Si en cualquier empresa privada se construye algo presupuestado en 2.000 millones de euros y luego resulta que, por fallos y tal, el presupuesto se va a más del doble, el responsable duerme directamente esa noche en La Venta del Nabo. Si es dinero público no pasa nada. Sale como anécdota en los telediarios y nos echamos unas risas. Lo de los nuevos submarinos S-80 Plus suena ya a Pepe Gotera y Otilio, más que a ingeniería naval de última generación. Les cuento: un ingeniero (o varios) diseñan un submarino que, alucinen, ¡¡resulta que luego no flota!! «¿Qué hacemos, Pepe?». «Pues nada, Otilio, le metemos 10 metros más al submarino y listo». Dicho y hecho. Ahora flotan, eso sí, pero no caben en el muelle que deben albergarlos. «Pues nada Pepe, le echamos otros 16 millones pa’ arreglar el muelle». Y allá va Otilio y pide 16 kilos más. Totá, que diría mi abuela: 4.000 kilos en cuatro submarinos que estarán listos en el año 2030. Y no pasa nada. La ministra de Defensa (no es la culpable porque lleva poco en el cargo, cierto) lo achaca a (sic) «algunos fallos de planificación». No pasa nada, señora. Que viva España. Pues miren ustedes, esto, más allá de las risas y el cachondeo, es algo muy serio sobre lo que también se deberían pedir dimisiones y responsabilidades. Pero no he visto ninguna. Porque con 2.000 kilos de más se pueden pagar muchas cosas, mejor que una chapuza. El S-80 Plus es la nueva versión de La Vaquilla de Berlanga. España en estado puro. Ni flota, ni cabe... un tonto más.