La Ñ es nuestra letra de identidad, nos representa y distingue, contiene la personalidad única de nuestro idioma y, como todo lo diferente, tiene que luchar contra la discriminación.
La tecnología anglosajona lleva décadas intentando deshacerse de ella, borrarla de los teclados, reemplazarla por códigos, amputarle la ~ .
En el 2000 hubo un gran debate porque Europa le pidió a España suprimir la Ñ por una cuestión de costos en la fabricación de teclados y otros asuntos comerciales, un mire usted, le vamos a cortar un dedo porque con nueve se vive también. Los escritores enloquecieron de dolor. García Márquez escribió que la eñe es un salto cultural de una lengua romance que dejó atrás a las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos y María Elena Walsh dijo: «la eñe también es gente».
En internet y las redes sociales la Ñ tiene muchos problemas, debemos escribir espaniol , espanol, enie para no quedarnos fuera del mundo porque, aunque hemos avanzado y la eñe se admite en las direcciones de dominio, muchos buscadores y herramientas de la red no la reconocen y la convierten en extraños códigos alfanuméricos.
Negar la eñe es negar la lengua española. Uno de los reclamos de los independentistas catalanes es rechazar el nombre Cataluña, el nombre es Catalunya y la palabra con eñe es una traducción en lengua extranjera porque si lleva Ñ es español, sin ninguna duda.
Los hispanohablantes somos un pueblo eñehabiente en las distintas tierras que habitamos y en las redes sociales y en las direcciones de correo electrónico que todavía no aceptan la eñe.
Francisco Umbral llamó a los contenidos tecnológicos y cibernéticos «las latas del señor Gates»: «La eñe de coño y de coña y de moño y de moña y de España y de roña y de ñoña y de sueño y de ensueño y de empeño y de leñe y de lueñe y de ordeño y de añoso y de mañoso, está en nuestra ortografía y nuestra literatura como uno de los signos más singulares, eficaces y expresivos con que contamos. Y aunque no fuese así ¿por qué coños todas las latas cibernéticas del señor Gates nos llegan sin eñe?»
No existían entonces Facebook, Twitter ni otras latas que consumimos hoy pero seguimos sin eñe, tirando de códigos y otros malabarismos.
Creo que uno de los poemas más bellos de nuestra lengua es Defensa de la eñe, del maravilloso poeta mexicano José Emilio Pacheco: Este animal que gruñe con eñe de uña/es por completo intraducible./ Perdería la ferocidad de su voz / y la elocuencia de sus garras /en cualquier lengua extranjera.
Feliz puente y cariños para todos.