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Defensa propia

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Álvaro Romero @aromerobernal1
19 mar 2018 / 21:14 h - Actualizado: 19 mar 2018 / 21:18 h.
"Viéndolas venir"

Lo más insoportable de la pesadilla del niño Gabriel ha sido la declaración exculpatoria de su asesina: lo hizo en defensa propia. La palabra defensa se ha prostituido tanto en el último siglo que ha terminado por expresar justamente lo contrario de lo que significa. Los antiguos Ministerios de la Guerra han terminado llamándose Ministerios de Defensa, aunque se dediquen a lo mismo, es decir, no tanto a hacer la guerra, y ni siquiera la defensa, como a hacer negocio. Hay pocas palabras en español que signifiquen conjuntamente una cosa y la contraria. Otro ejemplo, mucho más inofensivo, es huésped, que designa tanto a la persona que se hospeda en casa ajena como a la persona que hospeda en su casa a otra. Todos estos juegos especulares con palabras terminan siendo peligrosos cuando pasan al terreno institucional, porque, al final, las palabras son las cómplices más severas de nuestra ceguera consabida.

Nuestro Ministerio de Defensa –sí, así se llama desde hace tiempo– va a invertir ahora casi 11.000 millones de euros en el armamento más urgente, es decir, en lo que no puede esperar, lo imprescindible, ineludible: un vehículo de combate, un buque escolta oceánico, un avión de entrenamiento, un helicóptero... en fin, gastos de andar por casa para podernos defender. Once mil millones de euros. De buena parte de los préstamos se hará cargo nuestro Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, un ministerio –ya lo ven– de lo más económico, industrioso y, sobre todo, competitivo, a pesar de que la ministra se ha exculpado ante el secretario general de la OTAN por incrementar solo nuestro gasto militar en un 1,53 y no un 2 por ciento, como nos comprometimos junto a los países más civilizados del mundo en la cumbre aliada de Gales de 2014. Qué vergüenza. Tendremos que seguir civilizándonos. ~