El recentísimo pleno de hermanos mayores ha dejado las cosas como estaban. La opción que proponía el Consejo era ir de Guatemala a Guatepeor y el melón se ha quedado sin calar en espera de mejor oportunidad ¿El problema es la fecha? Quizá sea ese mediocre sistema de turnos y jornadas que arrebata la excepcionalidad del evento. El Vía Crucis arrastra a la habitual parroquia cofrade pero encuentra el plus diferencial en la advocación que lo ampare. La salida del Gran Poder, entre otras mil cosas, ha recordado que la exposición extraordinaria de una imagen sagrada fuera de sus lugares y fechas habituales sólo se puede basar en la fuerza de su devoción. Pero se pueden explorar otras posibilidades además de repetir –¿por qué no?– imágenes que ya han salido. Hay que buscar y rebuscar a todas aquellas que –salgan o no salgan en Semana Santa– pueden concitar el fervor que necesita un acto de esas características. Ésa sería una opción pero es que el Vía Crucis de las Cofradías también sería un buen marco para recuperar advocaciones perdidas en el tiempo. En la iglesia de Santiago se conserva –criando polvo y grietas– una impresionante dolorosa que debió ser la primitiva titular de la cofradía de la Antigua; en la Magdalena encontramos el Cristo de las Fatigas y en Santa Isabel recibe culto el magnífico crucificado de la Misericordia de Juan de Mesa. Sería una maravilla verlos en la calle.~