Desigualdad

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15 jul 2017 / 22:36 h - Actualizado: 15 jul 2017 / 22:36 h.

Hablamos de la desigualdad económica. Esa que crece año tras año hasta cronificarse. Lo que pasa es que, a primera vista no se ve, porque, como se ha dicho, «los que tienen más y los que tienen menos no suelen ir de la mano». La brecha entre las rentas más altas y las más bajas ha llegado a extremos insoportables con la recesión, hasta el punto de haber hecho su aparición una nueva clase de trabajadores: la de los trabajadores pobres. En 2008 los salarios más altos eran siete veces mayores que los más bajos; ahora son 11 veces. Ya no sirve hablar de la igualdad de oportunidades, santo y seña de la socialdemocracia. Ahora hacen falta actuaciones mucho más drásticas y solidarias. Y es que el malestar social creado por la creciente desigualdad se ha convertido en una verdadera amenaza para los cimientos de la misma democracia: ahí están los populismos, la xenofobia y los extremismos. ¡Y la desesperanza! Millones de personas están empezando a darse cuenta de que se les ha prometido un sueño que jamás podrán vivir.

En Europa, la cuestión se ve ya como una prioridad. En septiembre, se votará en el Europarlamento el informe Combatir la desigualdad. Lo defenderá un eurodiputado socialista español. En él se propone, entre otras medidas, la elaboración de una directiva comunitaria que regule el marco laboral común. ¡Sería tan importante ...!

España debe tomar cartas en el asunto. Y el PP debe hacer suyo el esfuerzo por la solución. Junto con los demás partidos, claro es. Lo contrario sería una ceguera imperdonable por su parte.