Es en esta fase temporal cuando se produce un cambio y se empiezan a notar los primeros síntomas de que estamos entrando en un ciclo o periodo de crisis. Entonces nos encontraremos con que los inversores particulares necesitan dinero y comienzan a deshacer sus inversiones en bolsa. Esto trae consigo los primeros retrocesos bursátiles.
En este periodo, comienzan a aparecer en los medios de comunicación malas noticias económicas y aumenta, aunque tímidamente, el paro. El Producto Interior Bruto crece en menor medida que en pasados ejercicios y las empresas presentan resultados peores, no necesariamente negativos, pero si menores.
Igualmente comienza a notarse una reducción de la actividad económica general y los bancos y entidades de crédito limitan al máximo la concesión de préstamos a empresas y familias. Como consecuencia de lo anterior, las ventas de productos de consumo duraderos prácticamente desaparece. Cae la compraventa de viviendas y, especialmente, la de vehículos a motor. Este último es un estupendo indicador de que el motor de la economía se está gripando.
Entre las primeras medidas que toman los bancos centrales en este momento de ralentización de la economía, se encuentran la reducción de los tipos de interés, puesto que la inflación ya no es un problema, sino evitar, por el contrario, el frenazo brusco de la economía y consiguientemente, la caída de esta en una depresión. Cuando se reducen los tipos de interés se confirma la ralentización de la economía.
No es no es fácil por tanto para el inversor detectar la llegada de una crisis económica, pero si está atento, existen una serie de indicios que le van avisando que las cosas están cambiando. Quizá la parte más difícil sea mental, ya que es difícil para el inversor, cuando está ganando mucho dinero en bolsa, pensar en escenarios negativos cuando las cosas le van realmente bien. ~