La Tostá

Día de los Enamorados

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
14 feb 2019 / 11:49 h - Actualizado: 14 feb 2019 / 11:50 h.
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Centenares, miles y hasta millones de personas reniegan del Día de los Enamorados y argumentan que es un negocio para los grandes almacenes y las empresas dedicadas al cultivo de las flores propias de esta celebración. Algo de esto es verdad, y también que es una festividad de origen cristiana, como tantas otras. Pero en el fondo una gran parte de quienes reniegan de San Valentín o del Día de los Enamorados, lo celebra de algún modo. Es necesario estar enamorado para celebrarlo, porque si no, no vale. Hay quien dice que cuando se está enamorado de verdad no hay que celebrarlo solo un día, el 14 de febrero, sino todos los días del año. ¿En qué quedamos, entonces? Si tienen prejuicios para celebrarlo un día, ¿cómo lo van a hacer cada día del año? ¡Con lo que suele costar, además! Celebrar que se está enamorado es algo lógico porque es lo mejor que nos puede pasar en la vida. No hay nada comparable, salvo tener hijos, según dicen, a enamorarse de una persona y sentir en la piel y en el tuétano que nada es más importante que eso, sobre todo por cómo está el mundo. Cómo no vamos a celebrar, un día al año, como mínimo, o cuando nos dé la real gana, el hecho de haber descubierto lo grande que es querer con locura a una persona que, además, te corresponde. A la que no le ves defectos ni sombras, solo virtudes y luz. Que valoras por encima de razas, ideologías o posición social. Por la que darías toda la sangre de tu cuerpo para evitar que tenga ni siquiera un ligero dolor de cabeza. ¿Celebramos un gol de un señor que cobra treinta millones de euros al año y que crea una empresa fantasma para eludir impuestos –o sea, para robarnos a todos–, y no vamos a celebrar el milagro de que una persona nos abrace y se nos echen a volar todas las pajarillas del alma? Hoy no tengo mucho que celebrar. Ya me gustaría. Quizá el año que viene, porque el tiempo vuela y el amor llega cuando menos lo esperas, por tierra, mar o aire.

Te llevas toda una vida
para encontrar una rosa,
aunque clave sus espinas