Susana Díaz está dispuesta a echar el resto en el debate de investidura previsto para la próxima semana. Su intervención estará más cargada de propuestas que nunca. Su objetivo: poner contra las cuerdas a aquellos que tienen la llave para permitir la gobernabilidad en Andalucía. El tiempo se acaba y el PSOE lo sabe y lo teme. Así las cosas, Podemos, Ciudadanos y PP tendrán que justificar su negativa a la investidura con argumentos muy sólidos; ya no valen las palabras ni los titulares.
Ni unos ni otros ven concreción en la hasta ahora maniobra socialista y consideran insuficiente la jubilación forzada de Chaves y Griñan tras su declaración ante el Supremo. La puesta en escena de Díaz ante la cámara autonómica, el lunes, se basará en argumentos contundentes de gobernabilidad con todas sus consecuencias. La presidenta en funciones tiene previsto ofrecer en sus palabras y sin límite de tiempo un programa político con el doble de garantías. Vamos, irrefutable, doble o nada. Un debate que se prevé entretenido y complicado, muy complicado.
El PSOE quiere gobernar antes del día 8, comienzo de la campaña de las municipales, y para lograrlo agotará a partir del martes por la tarde las votaciones que sean necesarias para aprobar la investidura, esto es, si no se consigue en las dos primeras, insistirá convocando otras nuevas a partir de las 48 horas posteriores. Simulación y estrategias de confusión han marcado un inicial debate de pactos tras las elecciones que, finalmente, se ha convertido en un silencioso debate de abstenciones.