Acabamos de enterarnos de que nuestro Rey, el otro, el padre, el emérito, ha abdicado por segunda vez, esta vez no como rey sino como personaje público, que es un poco como retirarse voluntariamente de los focos o como decirle a los paparazzis que ya no más, que hagan como que no lo ven aunque no falte en los tendidos de los toros cada tarde... En realidad, este penúltimo Borbón se ha retirado ya por lo menos cinco veces aunque no se haya ido nunca: la primera vez fue cuando su restauración postfranquista, porque entonces reapareció encarnando a su estirpe pero sin que se notara demasiado, como un rey moderno que paraba a echarle gasolina a su moto en cualquier estación de servicio del país en que reinaba sin que lo conocieran porque no se quitaba el casco. La segunda vez fue cuando el golpe de Tejero, que tan bien lo catapultó en su papel de rey salvador de la democracia porque iba a seguir reinando en una democracia que se regía por el parlamento. La tercera vez fue cuando Botswana, porque allí se le cayó encima un elefante y algo más y pudo sacar el cuello, como cuando mandó callar a Chávez, para decir que no volvería a ocurrir. Al menos como rey en ejercicio, quiso decir, porque al poco tiempo abdicó de veras y se convirtió en rey de otra manera, emérito, en la reserva, rey de segunda fila, monarca por si acaso, y aquel paso atrás fue su cuarta vez... Ahora, con su renuncia a participar en más actos oficiales, acepta su repentina condición de rey extraoficial, de rey de andar por casa, de monarca en la intimidad, y ya van cinco...
De modo que en esta España nuestra históricamente tan católica, apostólica y romana seguimos disfrutando de dos reyes y de dos papas. Esto se lleva ahora institucionalmente. Es guay, constituye ese fenómeno vanguardista de la guayez. Pero uno se acuerda inevitablemente de aquellos versos en que Gloria Fuertes, harta de las dos Españas, de los dos sexos, de los dos amores, se preguntaba para cuándo una España, un sexo, un amor. Menos mal que su imaginación no le dio para otras dualidades.