Ecocidio, el camino para juzgar los delitos contra los ecosistemas

De acuerdo con el juez Garzón es necesario generar el debate para incluir los ataques contra los ecosistemas en el Estatuto de Roma para que la Corte Internacional los trate como un ataque a la población

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21 jul 2018 / 21:55 h - Actualizado: 22 jul 2018 / 14:51 h.
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Los días 18, 19 y 20 de julio se ha desarrollado en La Rábida (Huelva), en el marco de los cursos de verano de la Universidad Internacional de Andalucía, el curso Cambio Climático, Ciudadanos y Ciudad. El curso ha sido patrocinado por la Diputación de Huelva como una actividad del Observatorio Iberoamericano para el Cambio Climático puesto en marcha en 2018, en su compromiso establecido en el memorándum de Entendimiento firmado el 13 de marzo de 2017 entre la Secretaria General Iberoamericana (Segib), la Junta de Andalucía y la Secretaria de Estado de Cooperación y para Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores. La inauguración académica del curso corrió a cargo del juez Baltasar Garzón, con una disertación sobre Ecocidio.

El tema de la tribuna de este domingo es precisamente explicar la relevancia de este concepto a través de la conferencia de Baltasar Garzón. Manifestó el magistrado que los crímenes contra el medio ambiente avanzan tanto que es necesario su tratamiento como delito de persecución universal en todo el planeta. Una idea esencial. Existen ataques sistemáticos contra la naturaleza hacen que el medio ambiente se haya convertido en el objetivo de grandes corporaciones a través de la explotación arbitraria y abusiva de auténticas organizaciones criminales sin que los gobiernos avancen en la formulación de políticas y normas que induzcan una protección integral. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, de 2002, es el instrumento donde se definen los crímenes más graves (elementos del crimen) contra los derechos humanos y el derecho humanitario, agrupados en genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra (crímenes de agresión). En su articulado expone que en este siglo, millones de niños, mujeres y hombres han sido víctimas de atrocidades que desafían la imaginación y conmueven profundamente la conciencia de la humanidad, y que estos crímenes constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la humanidad. Se instituyó esta Corte Penal Internacional, vinculada con la Naciones Unidas, con sede en La Haya, con la facultad de ejercer su jurisdicción sobre personas respecto a los crímenes más graves de trascendencia internacional.

De acuerdo con el juez Garzón es necesario generar el debate para incluir los ataques contra el medio ambiente y contra los ecosistemas, en el Estatuto de Roma para que la Corte Internacional los trate como una forma de ataque a la población que da pie al genocidio a través de la destrucción de la sostenibilidad en relación con una población determinada. En el artículo 9 del citado estatuto se incluye la forma de ampliar las definiciones contenidas en los elementos del crimen. Baltasar Garzón aboga por la inclusión del ecocidio, el crimen contra los ecosistemas, en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, algo que queda todavía por definir.

La muerte del ecosistema afecta a la vida de la personas de forma directa y grave con lo cual debe ser incluido entre los crímenes que juzga la Corte Internacional. Existen muchos casos posibles, de acuerdo con el juez Garzón que podrían ser visualizados bajo el concepto de ecocidio: la expansión incontrolada del aceite de palma, las minas de cobre en Indonesia, la proliferación de transgénicos, el ataque a la soberanía alimentaria o la destrucción de ecosistemas urbanos en Siria para que nada subsista y la población se someta. Existe una normativa nacional en cada país que protege, con mayor o menor intensidad, el medio ambiente. Pero no existe en ellas el ecocidio, la destrucción de los ecosistemas, como crimen o, mejor dicho, como un crimen con entidad jurídica propia. La naturaleza y el medio ambiente se convierten en sujeto de derechos y, por ello, la destrucción de ecosistemas pasa a ser un delito de ecocidio. Unos 12 países lo tienen reconocido actualmente. Pero a nivel internacional es difícil su reconocimiento. Por ejemplo, los daños multinacionales, que afectan a varios países, son difíciles de determinar; al igual del daño ejercido por una empresa con sede social en un país pero ejerciendo ecocidio en otro.

Actualmente se estudia el trasfondo económico de los problemas, es decir, el componente económico como riesgo para los ecosistemas y, por ello, para las personas. El sometimiento a los seres humanos a condiciones extremas de subsistencia es, para Baltasar Garzón, un ecocidio. La destrucción de los ecosistemas, normalmente con fines económicos, tiene su efecto sobre las personas. Pero se deben incluir, como ya se ha indicado, los daños no solo en tiempos de guerra sino también en tiempos de paz, lo que supone una novedad importante y esencial.

La Fundación Baltasar Garzón investiga desde 2011 la legislación internacional en relación con los crímenes que afectan a la humanidad. Es importante introducir la respuesta penal de personas jurídicas, incluidos los tiempos de paz y no solo los de guerra, en crímenes medioambientales. Se plantea también como protección preventiva de los ecosistemas. Para Baltasar Garzón, la respuesta penal es la última, debiéndose establecer una justicia universal civil. En definitiva, el juez Garzón defiende la persecución global de los delitos contra el medio ambiente, no solo en tiempos de guerra sino también en tiempos de paz, incluidos los delitos económicos y financieros que afectan a los ecosistemas y con ello a las personas y su bienestar. En un mundo con cambios globales es necesario avanzar en el planteamiento de litigios estratégicos generándose un beneficio para la humanidad dando lugar a una protección real. Pero, como ya se ha indicado, con la convicción de que lo que vale es la acción preventiva. Prevenir es menos costoso que curar. Si se planea el ecocidio, incluidos tiempo sin guerra, se protegerán los ecosistemas, base de la vida en el planeta y con ello de la vida y el bienestar de los seres humanos.

Baltasar Garzón tuvo palabras en su disertación para el papa Francisco en relación con su encíclica laudato si sobre el cuidado de la casa común, manifestando que constituye un importante alegato a favor de los ecosistemas y de las personas, y realizando una invitación a su lectura independientemente de creencias e ideologías. Con esta relevante conferencia, todo un alegato para que se instaure el ecocidio como crimen de lesa humanidad en la justicia universal, que sea incluido en el Estatuto de Roma de la Corte Internacional y en la legislación de todos los países, también en tiempos de paz, se inició el Curso Cambio Climático, Ciudadanía y Ciudades de la Universidad Internacional de Andalucía. Sobre la información presentada en este curso volveremos en esta tribuna debido a la gran importancia de que la población conozca la información presentada. Una sociedad informada es una sociedad más libre.