El agravio ferroviario de Andalucía

laboratorio ciudadano

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03 abr 2017 / 22:16 h - Actualizado: 03 abr 2017 / 22:16 h.

Desde hace meses el trayecto ferroviario de Sevilla a Granada y Almería se hace en tren-bus, un tren de media distancia deja al viajero en la estación de Antequera-Santa Ana y un autobús le traslada por carretera hasta la estación de Renfe en la capital granadina, donde otro tren le espera para llevarle hasta Almería. Hasta Granada son tres horas y veintitrés minutos y cerca de cinco horas hasta el destino final almeriense.

Como no se sabe hasta cuándo durará esta anomalía, granadinos y almerienses se han manifestado ya en varias ocasiones reivindicando la mejora de sus conexiones ferroviarias: el AVE no tiene fecha de llegada, el Corredor Mediterráneo se queda en la comunidad Valenciana, y la conexión con el occidente andaluz es en tren-bus no accesible a las personas con silla de ruedas.

Entretanto las mejoras en las líneas de alta velocidad no cesan: la última es el wifi en los trenes que unen Sevilla con Madrid que en unos meses se extenderá a toda la red AVE. La desigualdad de las inversiones territoriales de Renfe es otra de las causas del descontento en el oriente andaluz por la marginación y la deuda ferroviaria del Estado con nuestra autonomía.

Las diferencias entre las administraciones central y autonómica en cuanto a las inversiones en infraestructuras ferroviarias se han acentuado en los últimos años con la crisis y esta es la causa de los retrasos en los enlaces transversales de Andalucía. Por eso no estaría mal que para paliar en parte el agravio ferroviario que sufre Andalucía oriental se dotara a los trenes de media distancia de wifi para aumentar su atractivo respecto a otros medios de transporte.

Mejorar las comunicaciones con las zonas periféricas o más alejadas de un territorio no es solo una cuestión de justicia y equidad con los ciudadanos que las habitan, es una condición para hacer frente a problemas como la despoblación del medio rural, el paro, la concentración de la población en las ciudades y la saturación de los servicios públicos en la zonas más densamente pobladas.