El cerebro y la infección

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22 may 2017 / 22:51 h - Actualizado: 22 may 2017 / 22:51 h.

En el cuerpo humano no puede existir el vacío so peligro de infección y en el cuerpo social de una ciudad, lo mismo. Éste, desde la Baja Edad Media, ha tenido órganos, aparatos, tejidos, arterias y venas; cumplen funciones específicas y relacionadas gracias a que los gobierna el cerebro pero ahora el vacío por el descrédito de la política lo ha infectado.

Valgan tres ejemplos: uno, la decisión sobre si la ciudad ha de tener, o no, una Plaza de Invierno en las Atarazanas no depende del órgano que la gobierna (el Consistorio del gobierno y la oposición) sino de lo que diga una entidad conservacionista que, sin haber sido elegida por nadie, se arroga representar a la población.

Dos: tras la apertura del Centro de Recepción de Turistas, un proyecto del anterior gobierno municipal (del que sólo han comido, aunque con distinto menú, la empresa y los trabajadores que lo levantaron y, en adelante, no comerán ni las palomas del muelle), ha surgido por ensalmo una plataforma que pide en él árboles y sombra, algo que, en su vertiente vegetal, es imposible por las características del edificio pero –¡ojo!– las responsabilidades van dirigidas a la actual corporación y no a la que encargó el proyecto. Y, por último, está el de ese novelista que «quiere su velador en La Campana» y, al decirlo, se le abren como claveles encendidos las redes sociales donde, evidentemente, la normativa municipal para ordenar aquel batiburrillo vale hoy bastante menos que un mínimo pensamiento friki. Mañana, por este camino, las funciones de gobierno no valdrán nada.