Sevilla, Andalucía y España entera se enfrentan en la actualidad a las gravísimas consecuencias del cambio climático, que ya se ha convertido en un verdadero desastre para el territorio, la economía y la sociedad en su conjunto.
El clima no puede esperar, pero no hay síntomas de impaciencia en nuestra clase dirigente y, tampoco, al nivel de la calle, si exceptuamos las quejas cotidianas por las altas temperaturas que venimos padeciendo desde antes del verano.
En Galicia empiezan a pedir ya desaladoras en la costa y en Andalucía hay que empezar a desalar el agua de muchos pozos que se han salinizado. El tiempo soleado y las temperaturas desacostumbradas para esta época del año contribuyen a un aumento del turismo que mantiene el crecimiento de la economía, pero acelera el agotamiento de las reservas de agua.
Con el panorama descrito y abducidos todos por el conflicto catalán, parece que nadie quiere ver que nos acercamos al abismo. El pasado jueves, 19 de octubre de 2017, se celebró en Sevilla una jornada organizada por Ecoemprendedores por el Clima y enmarcada en la Semana Global de la Economía Verde, en la que todos los ponentes y el público coincidieron en que ha llegado la hora ineludible de los hechos y la aplicación de las soluciones.
Reyes Tirado, presidenta de la Red Sevilla por el Clima, planteó la necesidad de refrescar con más sombra y vegetación la ciudad para mejorar su habitabilidad en los meses comprendidos entre mayo y octubre. Gregorio Toral puso sobre la mesa la urgencia de estimular la movilidad sostenible y Manuel Barrera, presidente del Colegio de Ambientólogos de Andalucía, recordó que todavía no se ha derogado el impuesto al Sol decretado por el Gobierno Central.
Los políticos dicen que falta presión ciudadana en lo relacionado con el cambio climático y por eso ellos no actúan con más celeridad y la ciudadanía mira para otro lado y encuentra su coartada en la falta de compromiso de los gobernantes. El desaguisado climático está servido y la factura la pagaremos entre todos.