El cuento es cada vez más corto

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Álvaro Romero @aromerobernal1
24 abr 2017 / 23:18 h - Actualizado: 24 abr 2017 / 23:18 h.
"Viéndolas venir"

Por detrás de los fuegos artificiales del Día del Libro, la mayoría de los libreros confiesa sobrevivir gracias a la venta de otras cosas que no son libros exactamente, como contaba en magnífica crónica mi admirado César Rufino. Ya habrán notado que hoy vamos a las librerías -los pocos que vamos- a tomar café, a comprar botellas de vino o juguetes para los críos, a participar en algún taller o por una charla, si no es para servirnos de productos de papelería, todo lo cual está muy bien, pero revela otras necesidades en una sociedad que se ha habituado a la falta de una lectura larga y reposada y, por ende, a la constante insatisfacción que nos produce la concatenación de tantos breves estímulos.

La sociedad moderna nos legó la prisa colectiva, que era un estrés urbano de película extranjera, pero la sociedad actual nos ha inoculado la prisa espiritual, que es un desasosiego interno mucho peor, íntimo, individual, por el que las historias, convertidas en microrrelatos, posts, emoticonos, nos gustan o no nos gustan y punto, para olvidarlas al instante y a otra cosa mariposa. Se ha evaporado la paciencia para una historia larga, para aquellos meandros psicológicos de los relatos como la vida misma, donde nada es blanco ni negro y donde las descripciones matizan la ancha riqueza del existir. En cambio, se ha empoderado de nuestra actual cosmovisión el zafio maniqueísmo de la frase más deslumbrante que razonada, y, por extensión, la pobreza semiótica de todo lo audiovisual ya masticado, en fugaces cápsulas que maniaten la interpretación y subyuguen el pensamiento crítico. Y esa impaciencia dialéctica nos abrasa la impaciencia vital para soportar otras largas y profundas contemplaciones, explicaciones, relaciones...

A uno lo embarga ahora la nostalgia de cuando en el quiosco de Gerardo, al margen de pipas y altramuces, buscábamos, ansiosos, ofertas de lanzamientos. Allí comenzamos a leer las grandes obras de la Literatura universal. Ya ven cómo ha cambiado el cuento. ~