El feminismo pierde las elecciones

Image
Pepa Violeta Pepavioleta
21 abr 2019 / 11:11 h - Actualizado: 21 abr 2019 / 13:38 h.
  • El feminismo pierde las elecciones

Así, titularía yo la jornada del próximo 28 de abril cuando acabe el escrutinio, aunque para qué esperar al domingo si ya podemos lanzar esta sentencia hoy.

Los medios de comunicación, la clase política y todos los estamentos de poder, desde sus sillones patriarcales nos llaman a las feministas a salir el próximo domingo a ejercer nuestro derecho al voto, para seguir manteniendo una sociedad alejada del fascismo. Con programas electorales sin alusión al discurso feminista y donde no hay ni una sola mujer como cabeza de lista, esto me suena a broma. Y es ahí cuando me invade la rabia y las ganas de mandar esta sociedad líquida y manipulable a la mierda. ¿Me quieren en las urnas pero no gobernando? Creo que estoy entendiendo bien el mensaje, ¿no? ¿o es que ya no se diferenciar entre el no y el sí, como le ocurrió esta semana a “la marquesa” en el debate a seis emitido por RTVE?.

Le pediría a la clase política en un ejercicio de respeto, que dejen de utilizar la propaganda y de inocular miedo para que las mujeres en estampida salgamos a votar. Sobre todo, si no han tenido el compromiso ético de incluirnos, como merecemos, en sus campañas. Y mucho menos visibilizarnos, como la mitad de la población que somos, con rostro, como candidatas. Con un programa electoral, que vele por nuestros derechos como ciudadanas, con un programa electoral que prometa cambios en una ley sobre Violencia de Género ya caduca. Con medidas, que pongan fin a la brecha salarial con fecha en el calendario. Con leyes, que protejan la libertad sexual y reproductiva...en definitiva con solo haber hecho uso del feminismo como corriente ideológica y política en los distintos programas electorales, hubiéramos sentido que éstas elecciones también eran nuestras.

Pero no ha sido así, el miedo a posicionarse y no conseguir el apoyo necesario para gobernar, aterra a todas las fuerzas políticas por igual. El compromiso con la ciudadanía se desvanece como el humo que nos venden, en una atmósfera cargada de dobleces y voces que no tienen interés alguno en que las cosas cambien.

Por eso, el domingo iré a ejercer mi derecho al voto, como homenaje a todas aquellas mujeres que lucharon porque nuestra generación pueda disfrutar de todo los que el patriarcado nos ha ido vetando durante siglos. A la clase política actual, desde luego no le debemos nada. Se han puesto la camiseta morada y han cogido la primera fila en las principales reivindicaciones feministas, para hacernos creer que nos apoyaban y entendían nuestra forma de ver el mundo. Pero el feminismo incomoda y los políticos literalmente pasan de nuestras reivindicaciones. Ellos se reparten el pastel, ellos deciden, ellos mandan... como llevan haciendo desde que el mundo es mundo.

Puede ser tremendamente tedioso leerse cada uno de los programas electorales, yo les ahorro ese trabajo infernal y les resumo el número de veces que estos temas aparecen: la abolición de la prostitución, el aborto, los vientres de alquiler, los feminicidios, la modificación de la ley actual sobre Violencia de Género o la brecha salarial. ¿Cuántas veces? Pues sólo una, en el programa de VOX y poniendo fin a la actual ley de Violencia de Género.

La manipulación mediática y política utilizadas para hacer presión en el electorado, arrasa erosionado cualquier atisbo de inconformismo popular. Para hacernos creer, que no ejercer nuestro derecho al voto inclinará la balanza a favor de la extrema derecha. Y con ese miedo paralizador, nos planteamos si este resurgir de “la nueva política” desvinculada de ideología, se pone al servicio de la ciudadanía en general, o de nuevo el patriarcado vuelve a hacer uso de ella para posicionarse como vencedor.

En las políticas de izquierda, el discurso feminista se ha ido diluyendo conforme ha ido avanzando la campaña electoral. Y en el caso de la derecha, simplemente no existe, ni esperanza de que esto cambie. Sobre todo después de que el discurso de la señora Cayetana Álvarez de Toledo, número uno del PP al Congreso en Barcelona, nos dejará impertérritas. Me vino a la mente la chica que denunció a La Manada, cuando Cayetana hizo referencia al consentimiento como “¿Un silencio en un No? una duda ¿de verdad van diciendo sí, sí, sí... hasta el final?”

Justo cuando terminaba de pronunciar esta frase, una punzada en el estómago me recordó porque soy feminista. Me acordé de la víctima de La Manada y de todas aquellas mujeres que no pudieron decir “No” y qué sentirían en ese momento antes las palabras de esta política. Como decía Simone de Beauvoir, “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre las propias oprimidas”. Es evidente que entre las muchas cosas que esta mujer no sabe, es que ella también es víctima de una sistema que la anula, cosifica e instrumentaliza, por el hecho de ser mujer. No estoy aquí para dar lecciones a nadie, pero como feminista le sugiero a Cayetana que antes de insultar a todas las mujeres víctimas de violencia, haga un serio y responsable ejercicio de autocrítica. Dedicarse a la política implica un desarrollo de habilidades empáticas, solidarias y altruistas, que deben trabajarse antes de aparecer en un medio de comunicación. Porque si precisamente hablamos de que no hay mujeres en las listas y justo nos aparece “la marquesa” con este argumentario, os podéis imaginar donde tendremos que mirar para buscar referentes.

Que falta nos hace una Simone de Beauvoir en política, para hacer política y poner cordura ante tanto desatino.

No pierdo la esperanza y sigo convencida que desde el feminismo bien entendido y trabajado, podemos mejorar con creces el sistema de creencias bajo el que nos desarrollamos como seres humanos. Quizás para estas elecciones ya voy tarde, pero encuentro muchos motivos por el que el feminismo como corriente ideología y política debe exigir estar presente, dentro de los programas electorales.

Apostar por el feminismo supone: perseguir y denunciar los privilegios que dividen a la sociedad en opresores y oprimidos. Velar porque los derechos humanos se protejan siempre, en cualquier rincón del mundo. Preservar la libertad sexual y reproductiva. Apostar por los cuidados como un ejercicio de corresponsabilidad, donde el Estado debe implicarse como un agente más. Me sobran los motivos, para que la clase política diseñe sus programas con estos principios feministas. Y me sobran los motivos para el 28 de abril ir a votar. Aunque no será el miedo al fascismo lo que me mueva del sofá un domingo, sino la creencia de que ejercer derechos me legitima a exigir.