El invento Puigdemont

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03 nov 2017 / 21:28 h - Actualizado: 03 nov 2017 / 23:37 h.
"Desafío secesionista catalán"

Aunque se presupone innovador el diseño del personaje, tiene antecedentes más sólidos y devastadores en otros territorios del planeta. Puigdemont es una creación al uso del poder, como otros fenómenos para casos de emergencias geopolíticas, como el color del petróleo (Norte de África con sus Primaveras Árabes, Yugoeslavia?) u otros de tono menos prosaico, como la corrupción instalada en España. Lo magro de Cataluña, es sobre todo el gran filón de las derechas para rediseñar España no solo territorialmente, sino políticamente, anotado en sus agendas mucho antes del uno de octubre del 17.

El overbooking opinativo sobre la crisis catalana, tiene los formatos del burlón de caravana resaltando el tamaño de Soraya o el flequillo de Puigdemont, su consistencia es la del cartón que cobija los huevos de dos yemas; y los argumentos retorcidos parecen una interpretación emborronada del primer párrafo de El Principito. Las medias verdades manoseadas huelen a manual de doctrina amurallada; y las editorializadas saben a octavillas del periodo preconstitucional. Cualquiera de los dos relatos oficiales tiene el tufillo de haber sido mal pactados por sus hooligans.

Víctimas más allá de lo crematístico en términos de Bolsa, y de inmolaciones para los liderazgos, o de perfiles rabiosamente autoritarios para ganar espacios alberriberianos, los mártires colaterales son el pueblo, viva donde viva. Unos creyentes del sueño de la independencia en la España rajoniana, otros embarcados en una odisea ofensiva para salvar lo suyo, jaleados por el talibanismo mas involucionista. Y los sin registro de paternidades políticas, apostadores de la convivencia inclusiva, no tienen espacio, han sido relegados al limbo incriminatorio de la invisibilidad.

El trágico final de este primer capítulo, se cierra con el gravísimo error jurídico-político del encarcelamiento de parte del Gobierno catalán, amén de los otros dos líderes sociales. Y la mega foto del debilitamiento de las instituciones, de la esclerosis democrática, de la dudosa materia de la que está hecha la derecha, del imperfecto desnudo de las izquierdas, del dopaje clientelar de la mayoría de los medios de comunicación, y casi lo más terrífico, de cómo el proceso catalán ha suprimido el somnífero que se le había suministrado al monstruo.

En el pie del auto más politizado de la historia reciente de España, queda rubricado el reparto en venideras elecciones, Cataluña para los independentistas y España para la derecha española.