El juicio de Casariche

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04 sep 2017 / 22:53 h - Actualizado: 04 sep 2017 / 23:07 h.
"Hispalíneas"

El pasado domingo finalizaba la XIV edición de los cursos de verano que las universidades de Sevilla y Málaga ofrecían en la localidad de Casariche. A pesar del éxito anual de las aulas veraniegas, éstas tienen colgada sobre sus bancadas la espada del cierre por falta de patrocinios. El territorio sobre el que se asienta la antigua Ventippo, ése en el que confluyen las provincias de Sevilla, Cádiz, Málaga, Granada y Jaén, es el corazón de la Historia de Andalucía y el que guarda un sistema de ciudades históricas comparable con el de las de Toscana o Umbria en Italia o las comarcas sureñas de Francia donde, a lo largo de los meses de julio y agosto, se suceden los acontecimientos culturales.

Aquí, sin embargo, han existido eventos aislados (clases de paisajismo en Priego, Etnosur, en Alcalá la Real o estos cursos universitarios) que sólo logran brillar durante un tiempo para decaer a continuación pero nunca fue puesta en valor la totalidad de esa tierra. A Casariche le tocaron dos loterías: la del descubrimiento del mosaico del Juicio de Paris y la de la estación del AVE Madrid-Málaga; la pieza romana cuelga ya de su museo para ser vista por quien quiera pero la línea férrea sigue estando infrautilizada porque no es sólo esta población la que ahora está a poco más de dos horas de la Cibeles (y de Barajas) sino un gran territorio. Alguien debería pensar que la sentencia en el juicio de Casariche no es la de una causa menor sino la de esa Andalucía en la que los cursos fluviales del Guadalquivir y el Genil buscan un vértice donde unirse.