El miedo

Image
14 jul 2018 / 20:16 h - Actualizado: 14 jul 2018 / 20:18 h.

El discurso posmoderno, hegemónico, se ha colado por todas partes y la gente siente miedo a expresarse, a escribir, a crear. Algunos colegas de la universidad me llaman valiente por escribir lo que a veces escribo, otros me miran con resignación por tenerme que aguantar, colegas y gente en general formados bajo premisas ajenas a la ciencia, que ha oído cosas sin escucharlas y que, como les interesan emocional y profesionalmente, no las cuestionan. Todos los documentos sobre educación y enseñanza tratan de lo imprescindible que es sembrar una mente crítica en los alumnos. Pero la mente crítica es para cuestionarlo todo, no para que esa mente esté dirigida de antemano, eso sería una dictadura envuelta en celofán.

La autocensura funciona por todas partes. Ya estaba ahí antes, en el periodismo, por ejemplo. Yo me he autocensurado montones de veces. Pero ahora se intensifica, no se puede criticar a fondo a la Corona porque está protegida por ley; el artículo 510 del Código Penal es para llevarlo a los juzgados de lo penal, cualquiera puede acusarte de inducir al odio si dices que no te gustan determinados comportamientos de los gitanos, de los homosexuales, de las feministas ortodoxas, o que no crees en la igualdad porque va contra diversas demostraciones científicas que muestran diferencias no para concluir que hay seres superiores e inferiores –eso es ya un tema cultural e ideológico– sino que se limitan a constatar hechos probados.

Me llaman valiente pero no lo soy, me limito a hacer lo que debo para no traicionarme a mí mismo que es lo último en lo que debe caer un ser humano. Uno ha venido a este mundo a concretar y desarrollar lo que debe y luego morirse, eso es todo, nada más y nada menos, y unos miles de franquitos no me van a callar porque mi pelea contra Franco me da derecho a expresarme como me parezca más conveniente y arriesgarme a las consecuencias. Llevo escribiendo desde los once años y es lo mejor que se me da, dentro de los muchos defectos que tengo en este y en otros aspectos de la vida.

Que yo haya publicado textos en este periódico –en aquella histórica página 3– llamando a la reconciliación entre los españoles y en pro de la libertad y que ahora, en esto llamado democracia, tenga que estar escribiendo lo que ustedes leen, es increíble para mí aunque, bien pensado, mis estudios y observaciones posteriores demuestran que, en esencia, estoy en un simple continuismo dictatorial, adornado por ideas presuntamente progresistas que le hacen el juego. ~