El milagro del Pastorcito

Image
Álvaro Romero @aromerobernal1
16 jul 2018 / 21:50 h - Actualizado: 17 jul 2018 / 09:35 h.
"Viéndolas venir"

Los milagros tienen más que ver con el realismo mágico que con los cuentos de hadas. Quiero decir que precisan de la magia que somos capaces de encontrar en nuestras vidas cotidianas y no de las fantasías que alguien nos cuente. A veces, el milagro verdadero no es lo que ocurre, sino que seamos capaces de descubrirlo. Sin creer en el poder de las imágenes, creo firmemente en el poder de las personas, aunque estas se agarren a una imagen, incluso pequeñita, como un Niño Jesús como al que mi madre le pasaba un pañito cada mañana cuando hacía la faena.

La semana pasada, una muchacha –luego resultó una toxicómana– robó un Pastorcito Divino en una parroquia de mi pueblo. Tres días después, como una resurrección, un guardia civil la sorprendió al salir de su casa con el Pastorcito rociero en una bolsa y lo devolvió al templo, con un dedito roto y el talón desconchado. Así que el hermano mayor se lo encomendó al belenista Juan José Cerrada para que lo arreglase y este, vecino de la mujer que diariamente se encomienda al Pastorcito, María Dolores Baquero, se lo colocó encima de la cómoda una vez restaurado. A la mujer, de misa diaria y otros oficios en la casa de Dios, no solo le pareció un milagro la repentina aparición en su propia casa del Pastorcito robado, sino que se volvió a encomendar a él porque tenía motivos.

Para el milagro han sido necesarios una ladrona con su drama a cuestas, un robo, un disgusto, una denuncia, una investigación, un descubrimiento y varias casualidades encadenadas. Pero el caso es que María Dolores, octogenaria y creyente, tiene precisamente hoy una esperanza firme a la que agarrarse: un Pastorcito de marmolina, de escaso valor artístico, según decían, y que pudo haber desaparecido para siempre pero no. El caso es que María Dolores se opera hoy, y no de cualquier cosa, y ya sabe que el Pastorcito la protege. Esa certeza es el milagro.