El mundo cabe en un ‘pen’

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Álvaro Romero @aromerobernal1
23 abr 2018 / 21:00 h - Actualizado: 23 abr 2018 / 17:58 h.
"Viéndolas venir"

No ha sido a propósito, tal vez por inercia o dejadez, pero el caso es que jamás he utilizado una agenda ni unas gafas de sol. Entre la cartera, las llaves, el móvil y los juguetes de los críos, hay veces que me ha tentado un bolsito de esos de bandolera, pero todo se ha quedado en tentación. El caso es que las tentaciones me han hecho reflexionar sobre su verdadero sentido metafísico: lo son no solo por su capacidad de absorbernos el alma, sino también por su demostrada eficacia para doblegarnos el cuerpo. Les das el codo y te cogen el hombro. Que se lo digan a quienes se encapricharon con una muñequera para salir a correr y cuando se dieron cuenta tenían equipación completa con pulsómetro, podómetro y turbante, y el sano vicio de hacerse la ruta cada tarde, o en diferido, sobre la cinta eléctrica en el cuarto sin sitio para la mesita de noche; a quienes compraron una de esas tabletas que no se comen para ahorrar espacio y el espacio se los come a ellos por la funda, el uesebé, las tarjetas, el cargador y otros complementos imprescindibles de esta tecnología que nos deja sin libros porque todos caben en uno electrónico donde se puede leer muchísimo y como se puede, siempre se puede seguir diciendo que se puede, hasta el infinito.

La posibilidad cierta de tener el mundo en nuestras manos hace que se nos deshilache el mundo a medio plazo, por esa traidora oportunidad que nos brindan tantos productos de consumo en la inacabable rueda de la obsolescencia programada por la que también los usuarios terminamos siendo obsolescentes y programados, como bien atinan las compañías de seguros.

Como en el móvil sin fondo caben todas las fotos de nuestra vida, terminamos por no tener ninguna en el álbum de nuestros hijos. Como nuestros hijos saben que todo viene en internet, cada vez aprenden menos, porque lo mismo un día de estos sacan el mundo de internet.