Ante un hiperrealismo tan obsceno como el que se está produciendo, en las enredadas partituras de la púnica, que desnudan orwellianamente a empresarios y políticos de la médula de la España popular, imputados, detenidos o en lista de espera, presuntos y lo siguiente de pertenecer a una organización criminal. Que funciona como un cóctel erosionador de la democracia, y que está gestionado por las manos derechas de los iconos populistas de este país.
Se debe tener una contundente respuesta. Y por razones de salud política y social, ante semejantes actos de indecencia, saqueo de las arcas y latrocinios en todas sus vertientes, por razones de ética social, hay que activar los mecanismos de los que disponen los servidores del pueblo y la ciudadanía, para que estos affaires tengan un efecto boomerang, apretando tres botones: la justicia, el código ético del respectivo partido, y el veto electoral de la gente decente.
No es asumible el discurso de las ovejas negras familiares, porque aquí lo que hay es un rebaño, pastoreado por las tramas corruptas de siempre, con los fines lucrativos de siempre, y solo con algunas ovejillas escaldadas para tranquilizar al pueblo.
Esta venenosa ramita del tronco, que se nos ha metido en el ojo a la mayoría de los españoles, especialmente a quienes peor lo están pasando en estos momentos, demandan con el silencio de la impotencia, y el miedo de la mordaza, que haya un antes y un después para el ágora que los alberga. Es delirante esa pasividad más allá de lo discursivo, que se amarillenta en los medios y cubre titulares veraniegos de escasas lunas, sin más consecuencias que las administrativas convenientemente pautadas.
Algo muy grave está ocurriendo en España, que cada vez que cogen in fragrante a personajillos del poder, se dice por parte de los portavoces «déjese actuar a la justicia», ¿en esta tierra no existen otras responsabilidades? nadie responde, nadie sabe nada. Demasiada gente estamos avergonzados de quienes lo hacen, de quienes lo consienten, y de quienes por tierra, mar y aire no son implacables de hecho. ~