Hay obras de teatro, películas o ensayos literarios que el tiempo se encarga de enterrar o guardar en el cofre de las reliquias, según la evolución de la sociedad. Cualquiera puede pensar que Quejío, la obra teatral de Salvador Távora, su ópera prima, no se ajustaría a la Andalucía de nuestros días, como si no tuviera nada que ver con la de cuarenta y cinco años atrás (1972), que son los que hace que se estrenó esta emblemática obra de repercusión nacional e internacional. Evidentemente, Andalucía ha cambiado desde entonces, pero seguimos con algunos tópicos, complejos y folclorismos, luego hay razones más que sobradas para la queja y para que regrese a la escena una obra que mostró otra visión más auténtica y profunda de nuestra región, con el sello inconfundible de La Cuadra. Naturalmente, toda obra teatral de contenido social precisa una revisión para que no resulte un mero viaje a la añoranza, que es lo que ha hecho el dramaturgo de El Cerro con Quejío, como se puede ver desde ayer y hasta el próximo día 26 en el teatro sevillano que lleva su nombre.