Los médicos facultativos suelen escribir sus fórmulas curativas en lo que llamamos recetas. Un papel en el que, junto a la prescripción, trazan un signo que ha variado a lo largo de la historia. Es algo parecido a una R que suele encabezar las recetas, aunque otras veces lo han sustituido por una D o por una Db. Esto lo vienen haciendo los médicos desde la época griega, cuando los facultativos colocaban el signo de Horus al comienzo de sus prescripciones, al considerar que así invocaban los favores de las divinidades. Los médicos griegos los copiaron intuyendo que el signo poseía un significado sagrado.
Los egipcios tenían a Horus como su dios protector, era el dios Halcón, que estaba representado en escritura jeroglífica como un ojo sostenido por dos rayas que se asemejaban a las patas del ave. Los médicos egipcios colocaban siempre el signo de Horus al comienzo de sus prescripciones, dando así origen a recetas, e invocando también al dios de la divinidad.
Los médicos medievales fueron los que interpretaron erróneamente algunos escritos griegos que adaptaban el signo del ojo con una R, ya que por aquella época la receta y todos los textos médicos se escribían en latín. Aquella letra representaba la palabra recipe, que significaba entréguese; un término que iba dirigido al boticario que debía elaborar el medicamento. Esta palabra se sigue utilizando aunque se sustituyó por una D que significa despáchese. De alguna manera se sigue invocando al dios egipcio con la receta. A este hecho se suma que médico y el boticario se suelen llevar bien. Así, el médico sigue escribiendo los productos que se deben mezclar en las cantidades y proporciones que dice la receta. Antiguamente se decía hágase según arte, algo que mostraba su confianza en la habilidad y conocimiento del boticario. Una alianza que ha llegado hasta nuestros días, en que las recetas siguen necesitando de ese tándem entre el médico y el boticario para cumplir su eficacia. ~