El otoño alfombra Sevilla de hojas de noviembre que caen lentamente de los árboles del amor con versos de Zorrilla, espadas de Tenorio y leyendas de Mañara... Santos y difuntos ya bailaron las danzas de la gloria eterna entre túmulos de San Fernando y una gran sinfonía de verdes cipreses, escrita, con las mieles del Cristo de Susillo, sobre los capotes toreros de Joselito y Paquirri.
El otoño pinta especiales lienzos de suspiros con una paleta de óleos de corazones rotos por las flechas de Cupido... Doña Inés en el Belén de Calatrava, recluida en el convento de los sueños infinitos... María Luisa de glorieta de pasiones y tres bellas mujeres palpitando amores ilusionados, poseídos y perdidos... El amor que pasa, declama Gustavo Adolfo al cobijo de la umbría del ciprés de los pantanos. Joaquín y Serafín, sus eternos centinelas.
El otoño siembra de recuerdos el calendario hispalense con el aniversario del fallecimiento de Doña Cayetana de Alba... En una calle de Dueñas religiosas con arquillo de convento sevillano, las fontanas coquetean con las rosas al amparo de una dama tan hermosa como una rima de Bécquer y un poema de Machado... «Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero»... Un poema de paredes nacaradas de cal blanca, como el alba, con alamares de albero cual paseíllos toreros que relucen con el alba, con redobles de campanas de monjitas sevillanas que campanean desde el alba, y al compás de un romancero que escribieron los Quintero para la Casa de Alba... Una casa de arriates andaluces de folclore que Demófilo regaba con agüita del pozo del pueblo llano para que floreciera, entre adagios de coplas y sones, la gran duquesa de España con su rosario de amores al Señor de los Gitanos.
El otoño nos regala crónicas de San Fernando y la reconquista de Isbiliya en 1248. El pendón de la ciudad y la reliquia del santo monarca abrirán los cofres de la historia en íntima procesión por las naves de la Catedral. Campanas de duelo que llamarán a la memoria de la ciudad... El Tamarguillo inundó a Sevilla con agua de pánico y miseria, de muerte y desolación. El clavel sigue llorando en las huertas y viñas de la antigua carretera de Carmona, mientras el otoño alfombra Sevilla de notas musicales que Santa Cecilia esparcirá por calles y plazas al compás de cornetas y tambores de penitencia y de gloria, fantasías de Turina y de Font, clarines de Maestranza, boleras de palacios, corraleras de patio y zarabandas de Corpus Christi.
El otoño en Sevilla florece de amor.