Si seguimos la prensa, la radio y la televisión podemos encontrar noticias como: «La crisis entre EEUU y Rusia amenaza la tregua en Siria»; «Una bomba devuelve el miedo a Nueva York»; «La ONU quiere mayor reparto en la acogida de ciudadanos»; «El número de multimillonarios en España aumenta un 44 por ciento desde 2011 en paralelo a la desigualdad social»; «Pueden ciertos alimentos que se comercializan dañar la salud mental»; «Reino Unido construirá un muro para frenar a los inmigrantes en Calais»; «500.000 niños en manos de traficantes»; «La amenaza del fracking: ocho gravísimos efectos secundarios»; «La crisis provoca un aumento del número de suicidios»; «Los cinturones de pobreza aumentan en las ciudades»; «Las elevadas temperaturas del verano de 2016 indican el cambio climático». Son muchas las noticias que cada día nos ponen de manifiesto un mundo y un planeta en profunda crisis. No parecen que los problemas se resuelvan, más bien se agravan y además surgen otros. Tampoco parecen ni creíbles ni llenas del adecuado contenido las palabras de los dirigentes políticos que podrían ayudar a dar un giro a la situación mundial. Se escuchan muchas palabras vacías, o prometedoras de un futuro donde todo se solucionará, manifestadas en un presente donde hay mucho sufrimiento.
El pasado viernes en la presentación de su libro Liderar para el bien común, en la Fundación Cajasol de Sevilla, el autor del mismo, Luis Huete, contaba una anécdota. Parece que, en la preparación de la Conferencia de Yalta (Crimea), en febrero de 1945, Franklin Delano Roosevelt le preguntó a Stalin si, además de contar con Winston Churchill, sería buena idea convocar al papa Pío XII. Parece que Stalin le preguntó a su vez: ¿Cuántas divisiones acorazadas tiene el Papa? El papa Pío XII no fue convocado a la Conferencia de Yalta. El papa Francisco tampoco tiene ninguna división acorazada, pero sus documentos tienen la fuerza de la palabra necesaria para un momento crítico para el planeta y su sociedad. Citaré cuatro documentos: Evangelii gaudium La alegría del Evangelio, Laudato Si´ Sobre el cuidado de la casa común, Misericordiae Vultus El Rostro de la Misericordia, y Amoris laetitia Sobre el amor en la familia.
Recomiendo a todos una lectura de estos textos donde se plantean soluciones para los problemas del planeta y sus criaturas, para la sociedad en su conjunto analizando el modelo económico y social que tenemos, y un mensaje de amor para el individuo y la familia, manifestando la necesidad de la misericordia para una sociedad globalizada en un planeta en crisis. El pasado día 1 de septiembre ha celebrado el papa Francisco la II Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, establecida por el propio Papa en el año 2015 en consonancia con el tema tratado en la Carta Encíclica Laudato Si´ Sobre el cuidado de la casa común, nuestro planeta Tierra, un hogar para todos con un capital común del que cada persona debería beneficiarse en comunión con el resto de la criaturas y en el escenario colectivo de los procesos naturales. Un planeta y una sociedad que no guardan ya el equilibrio deseable. Nos ha dicho el papa Francisco «como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad».
Pide el Papa que tengamos misericordia con nuestra casa común, la Tierra, y valoricemos plenamente el mundo en el cual vivimos como lugar del compartir. En la citada jornada, el papa Francisco establece cinco puntos de atención. En el primero nos recuerda que la Tierra grita y nos renueva el diálogo con toda persona que vive en el planeta con respecto a los sufrimientos que afligen a los pobres y la devastación del medio ambiente por la que «convertimos la Tierra en una superficie contaminada de escombros, desiertos y suciedad; el grito de la Tierra clama por la pérdida de la biodiversidad, la destrucción de ecosistemas y el cambio climático». Nos pide el papa Francisco que atendamos el clamor de la Tierra y de los pobres, y que busquemos una respuesta adecuada y oportuna. El segundo punto de atención del Papa nos lleva a la idea de que hemos pecado contra la creación y nos llama a una conversión interior, reconociendo dicha falta y comprometiéndonos a llevar a cabo los pasos concretos en el camino de la conversión ecológica que «conduce a una clara toma de conciencia de nuestra responsabilidad con nosotros mismos, con el prójimo y con el planeta en su conjunto». Coincide el papa Francisco con la idea expresada por el Patriarca Bartolomé, dirigida a todos los creyentes, de que «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios». La unidad de acción de todas las religiones es muy importante al estar en juego un bien común, y también la unidad con los no creyentes, agnósticos y ateos.
En el tercer punto de atención del papa Francisco, nos llama «al examen de conciencia y al arrepentimiento de estilos de vida inducidos por una malentendida cultura del bienestar o por un deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita y como partícipes de un sistema social que ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza». El cuarto punto que nos transmite el papa Francisco para nuestro análisis y conversión ecológica tiene que ver con la idea del cambio de ruta, es decir, un cambio de vida. Exhorta el Papa a comportamientos concretos más respetuosos con el planeta y sus criaturas. Nos recuerda «la responsabilidad de la economía y la política, la sociedad y la cultura, pidiendo abandonemos la mentalidad del corto plazo y la búsqueda de inmediatos provechos financieros o electorales, reorientándonos al bien común que tiene como base una sostenibilidad real», es decir, una sostenibilidad fuerte, ambiental, económica, social y afectiva. El papa Francisco ha mostrado en la jornada a la que nos referimos su satisfacción por los Objetivos del Desarrollo Sostenible y los acuerdos de la Cumbre de París pero recuerda que ahora los gobiernos tienen el deber de respetar los compromisos que han asumido, las empresas hacer su parte y los ciudadanos exigir que se realicen dichos compromisos, contribuyendo a que se alcancen objetivos cada vez más ambiciosos para el bien común. Para ello el papa Francisco nos llama a la acción y a que la ciudadanía se implique en la política para alcanzar un mundo mejor para todos, huyendo de mirar para otro lado, de relativismos inicuos, de intereses mezquinos y cortoplacistas o de percepciones de que las cosas no van con uno. El quinto punto de atención del papa Francisco tiene que ver con lo que considera una nueva obra de misericordia: el cuidado de la casa común. Nos recuerda que muchas veces el cuidado de la casa común se consigue con simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo, y se manifiestan en todas las acciones que procuran un mundo mejor. Finalmente, en un sexto punto de atención, nos invita a orar. Hay muchas formas de orar cada día. No sólo con las oraciones o jaculatorias propias de cada religión. Se ora en nuestra vida diaria cuando tenemos buenos pensamientos para todos los seres humanos, para los seres no humanos y para el planeta en su conjunto. Cuando vemos que alguien sufre y le dedicamos un pensamiento de amor; cuando pasa una ambulancia y le deseamos salud al enfermo que lleva; cuando vemos que alguien sufre y nos sentimos con él o ella. Cuando de forma generosa ayudamos al que lo precisa estamos entonando una oración y, con ello, contribuimos a un mundo mejor. Tenemos un compromiso con el mundo y el planeta y el papa Francisco nos lo ha recordado este septiembre.