Que alguien prohíba el perfil de la Virgen de la Victoria, que no pueda verse, que no exista, que deje de herirme, que no venga a mi corazón como la daga que atraviesa todo mi ser que, rendido, no soporta tanta belleza. Que le pongan freno a esta locura, que los ángeles se lleven su rostro al cielo. Que alguien prohíba ese rostro cigarrero capaz de hacernos perder la razón. Que detengan todo esto, que no la dejen caminar sobre Sevilla cuando pasea en su rosario de la aurora. ¡Que Ella es el rosario y Ella es la aurora! Que no esté permitida tanta majestad, tanto dolor inmenso.
He vuelto a ver una foto de su perfil y, recortada en él, la historia de mi familia y las lágrimas de mi madre cuando se marchó con Ella el rey de mi casa. Hoy he visto en su perfil mi vida y mi muerte, mis anhelos y mis hijos creciendo. Estaba en esa silueta prodigiosa todo mi miedo, mi ser, todas las horas y todas las oraciones. Descansaban en esa encarnadura milagrosa, marfil y rosa sevillana, mi presente y mi futuro, estos latidos que se aceleran cuando la veo y todos los misterios del cuerpo que sostiene mi alma. Rendido, todo yo, otra vez.
Que alguien prohíba el perfil de la Victoria, que no soporto tanta luz, tanta perfección, tanto sol, tanto universo. Que esté penado en la tierra un caudal de emoción como este y que las estrellas dejen de tener celos de la Madre de todas nuestras columnas. Que alguien detenga a la primera de las bellezas de la ciudad más hermosa del mundo.
Y que me arresten a mí, loco por Ella, incapaz de digerir apenas un foto de su perfil que me está atravesando como si mi pecho fuese de arena, desmoronándose lentamente delante de sus ojos infinitos. Que me lleven a un lugar donde la luz no exprese en sí misma cómo es por dentro el reino de los cielos ni ilumine toda la bondad infinita de la Madre de Dios. O que me dejen delante de la Victoria, pero será para morir de amor.
El perfil de la Victoria es una trampa, una quimera, una excusa de Dios para que te acerques al Evangelio. Es su perfil, estoy seguro, una prueba de lo Alto, un misterio insondable. El rostro de la Virgen de la Victoria resume toda la Semana Santa de Sevilla, entera. Cada latigazo, cada lágrima, cada cruz, cada zancada están dentro de esos ojos, en esa mirada. Que alguien prohiba ese perfil de nuestra Madre, que no rompa ya más corazones, que no esté permitido el repeluco que ahora tengo, que me dejen respirar sin que el corazón quiera marcharse con Ella. O que me amarren. No me importará que sea a una columna si cuando mire hacia un lado me encuentro con ese perfil que ahora mismo me está matando. De amor.