El peso del equipaje

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26 sep 2017 / 22:34 h - Actualizado: 26 sep 2017 / 22:34 h.

Pues no voy a decir ni una palabra más sobre Cataluña. Me da mucha pereza y la fatiga se ha apoderado de todo mi ser. Mejor les cuento algo mucho más pegado a la realidad que vivimos los españoles en el día a día. Sin banderas, sin fiscales, sin agentes de la Guardia Civil acorralados y sin políticos justificando, una y otra vez, lo importantes que son para el futuro de una sociedad.

Les quiero hablar de una mujer que jamás supo leer ni escribir. Ni siquiera era capaz de firmar un documento por importante que fuera. No le importaba puesto que, como ella decía, no tenía nada y nada podía perder. En alguna ocasión, le pregunté si era feliz y, siempre, me dijo que ser feliz significaba mirar al horizonte con cara de lelo sin saber que al parpadear todo volvía a ser un auténtico desastre, que lo mejor era vivir el momento y olvidarse de los sentimientos porque esos sentimientos se olvidan de ti a la primera de cambio.

Una tarde, mientras tomábamos un café con leche y unas magdalenas más duras que una piedra, le pregunté dónde había nacido. Ni idea, contestó. Alguna vez me dijeron que aquí, y en el carnet de identidad dice que aquí. Pero yo no lo sé y supongo que da igual. Hubiera sido igual de pobre en un lado o en otro.

Ese día pensé en lo infeliz que era aquella mujer, en lo terrible que es la falta de esperanza. Sin embargo, con los años he llegado a comprender que la falta de equipaje es lo que te permite ser feliz, que asumir lo que somos es un verdadero tesoro. Nuestra necesidad de pertenecer a un grupo, de tener, de ser reconocidos, es un lastre excesivo. Quizás no pensamos después de parpadear. Quizás.