Pues sí, ¿por qué no? Meryil Streep tuvo la oportunidad de dar un discurso antológico en la entrega de los Globos de Oro y lo dio, cantándole las cuarenta con una enorme elegancia a Donald Trump, el peligroso espantajo que ya es presidente de los Estados Unidos, eso sí, porque lo han querido la mayoría de los estadounidenses que ejercieron el sagrado derecho de votar, y eso merece respeto. Luego, el poderoso ha dicho que la actriz está sobrevalorada, pero el rapapolvo se lo ha llevado y lo hemos visto millones de personas en todo el mundo. Podría haber hablado de cine, pero aprovechó la inmejorable ocasión para, desde el poder que le da su fama de actriz, salir en defensa de los vejados por alguien que hasta hace algunas semanas era solo un multimillonario más, racista, machista y prepotente, aunque ahora sea uno de los dueños del mundo y nos pueda joder vivos con solo apretar un botón o descolgar un teléfono. El poder del arte, la cultura y la belleza del cine, contra el de un sujeto inculto y repulsivo. Consuela saber que hay poderosos con los pies en la tierra.