Hallar el precio justo de una acción cotizada en bolsa o al menos, acercarse al mismo es el santo grial de la mayoría de los inversores que invierten en bolsa. Conocer qué precio es el adecuado para comprar y hasta que precio llegará a alcanzar su cotización para vender las acciones en la situación de rentabilidad más óptima se convierte en todo un reto para el inversor. A la hora de que los mercados bursátiles puedan asignar un precio a las acciones de la sociedades que cotizan en ellos se deberán tener muy en cuenta dos factores esenciales en la formación de precios.
El primer lugar la ambición. Así, cuando el mercado espera buenas noticias o resultados empresariales de un valor, se genera en los inversores una fuerte expectación y especulación de futuro que, adecuadamente publicitado en los medios de comunicación de masas, impulsa la cotización de forma desmedida y en muchas ocasiones irracional.
En segundo lugar, el factor del miedo bursátil. los resultados empresariales negativos imprevistos, las ampliaciones de capital inesperadas o los distintos acontecimientos políticos y económicos así como la aparición de malas noticias, hacen que el mercado sufra fuertes correcciones en la cotización de los valores que lo componen. Estos factores, si son convenientemente amplificados mediáticamente, producen pánico en la masa inversora y con ello un efecto huida, que altera negativamente las cotizaciones hasta hacer salir el papel de las manos de los pequeños inversores y el cual es adquirido por las denominadas manos fuertes del mercado, empezando de nuevo el ciclo desde los bajos precios hasta la recuperación de las cotizaciones.
Se puede concluir por tanto que el precio justo de una acción siempre lo determina el mercado.