El presidente que necesitaba pactar

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28 jul 2017 / 22:41 h - Actualizado: 28 jul 2017 / 22:41 h.

No es sofisticada su operación, más bien simplista, por eso no parece de cartón piedra. Le hubiera dado igual sobre qué hacerlo, sabiendo que no podía ser solo de acuerdos, o solo consensuar, sino de pactar con el titular más sonoro; sobre el colesterol, o sobre los atropellos de los ciclistas, qué mas daba. Pero ha seleccionado el tema de mayor impacto social en este momento, de mayor carga emotiva, que arriesga menos política e ideológicamente, que es más barato, y sobre todo, del que nadie se atreve a salirse de esa foto institucional, o casi nadie. El tema que decidió el presidente para escenificar que este país tiene al frente un Ejecutivo, que es capaz de liderar el Parlamento, ha sido el llamado Pacto de Estado contra la Violencia de Género, y lo que menester fuera.

Es de manual: cuando un presiente se queda sin partido, porque parte de su cúpula está bajo sospecha y la otra cierra filas, el atrincherarse en el Gobierno, en un acto de reconocimiento sobre la soledad de no poseer mayoría absoluta, y con una oposición que intenta golpearle, incluso entrenándose osadamente en la unidad para moverlo. La única salida maquillada y de supervivencia es simular bipartitos, tripartitos, cuatripartitos, y lo que haga falta, pero eso sí, blanqueando hasta próximas elecciones, con la patina de unitario y de sensible a los problemas de esta pobre España. Y casi sin terminar en la Audiencia Nacional como testigo de la Gürtel, vistió su disfraz y corrió para vender el pacto.

Es un comportamiento lícito, pero no honesto. Para algunos cualquier forma de hacer política está justificada, pero utilizar el drama de miles de mujeres para operaciones de esta envergadura es intolerable y altamente reprobable. Qué desmemoriado se vuelve el pueblo cuando llegan los comicios, qué mala es el hambre, qué terrible la desesperación, qué necesidad hay aunque sea de calderilla.

La mujeres no es que quisiéramos un pacto, lo necesitamos para seguir vivas, la demanda es nuestra, la emergencia es nuestra, porque no se puede esperar más, es un Pacto de Estado sin reservas, no solo un acuerdo de mínimos para cumplir el guion, que también. ¿Esto qué quiere decir? Pues que las mujeres indiscutiblemente valoramos las mejoras, pero señalamos las múltiples carencias, y sobre todo, denunciamos habernos utilizado para enmascarar las debilidades de un presidente y los suyos. No está este país, y menos sus mujeres, para resignarse a ver volar gaviotas azules. Por eso continua la alerta feminista. ~