En nuestro programa de La Cámara de los Balones tenemos a un personaje ficticio que regenta un restaurante cutre llamado Casa Domínguez, El Rey de la Pringue. Su nombre es Eustaquio Domínguez El Taqui.
En Sevilla se han cerrado dos bares recientemente que bien podrían estar regentados por El Taqui, pero no lo podemos confirmar porque, por increíble que parezca, no conocemos el nombre de los establecimientos. Digo que es increíble porque en España es más fácil conocer nombres y apellidos del presunto asesino del Pantano de Susqueda que los de (no presunto, sino confirmado) dos propietarios de un establecimientos donde te puedes morir si comes allí. Porque estos dos señores (o señoras) no son presuntos, sino guarros oficiales con sanción y precinto de sanidad.
Si colillas e insectos en los alimentos (entre otras lindezas) no son suficientes para saber quien comete estas tropelías con nuestra salud, apaga y vámonos. Un compañero de otro medio de comunicación intentó hablar con la policía para saber de cuáles establecimientos se trataba y no hubo forma. Y dirán ustedes: ¿si ya se han clausurado, para qué queremos saber el nombre? Pues para saber nombre y apellidos de los cerdos que juegan con nuestra salud y, si tenemos facturas o pagos con tarjeta, poder personarnos como acusación particular. Pero leo con horror que el cierre es cautelar «hasta que las deficiencias sanitarias sean corregidas y comprobadas». Pues para eso quiero nombres. Para no volver a ir. Cierre total. ~