El Rocío: Gloria y Honor

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10 jun 2017 / 21:54 h - Actualizado: 10 jun 2017 / 21:55 h.
"Cofradías","Una luz en la ventana"

Todos sabemos que lo humano y lo divino, es igualmente querido y odiado, siempre en cuestión de intereses o desconocimiento. Esto también, por ende, es aplicado a la celebración religiosa que tiene lugar en la aldea almonteña. Está claro que para hablar, hay que conocer. Es muy fácil tirar por la borda algo que no entra en nuestra mente, por el mero hecho del «me han dicho» o del «es que lo veo así». Qué va. El Rocío, queramos o no, es su gente. Son sus romeros. Y hay de todo, como en todas las casas. Pero esta vez te voy a contar lo bueno, con nombre y apellidos. ¡Qué grandes son los almonteños! Los que llevan a la Virgen, sin quejarse de la presión que sufren. Porque el Lunes de Pentecostés reciben a mucha gente y les cuesta un mundo llevar a la Virgen por el recorrido. Ellos son como tú, con un «por favor» se llega a todos lados y esta vez, a la Virgen del Rocío. «Pedir y se os dará» parece cumplirse. Hay que entenderlo, por algo se grita: «¡Viva la Patrona de Almonte!» y si lo ves de otra manera, es que no has entendido. Eso me lo enseñó mi amigo Juan Manuel Jurado. Qué grandes son los romeros y los peregrinos, esos que enseñan a rezar. Los que dan sin tener nada y se preocupan de ti. Los que te abren sus puertas, sus corazones. Mención especial para Espartinas y los Casomalo, porque Sousa y compañía dan una lección de rocierismo que se debería estudiar. Fueron Manuel Romero, Francisco Carmona y Chelo, familia que comparte andando, la belleza de la carreta en la Raya Real. Y así mil cosas más, que harían falta libros. Porque vi en la hermandad de Madrid, esa verdad que es estar lejos y tenerla cerca. De no tener las cosas fáciles. A más de uno lo pondríamos a 600 kilómetros y a ver qué pasa? El Rocío es una de las cosas más bonitas que te pueden pasar en la vida. Como esa fotografía con dos palomas blancas sobre la Virgen de Sebas Gallardo. Porque lloré pidiéndole que el padre Javier Brazo, se pusiera bueno. ¡Qué manera de hacernos soñar con el paraíso! Sin El Rocío sería imposible haber visto el gran desarrollo de las sevillanas, por ejemplo. Pero también te hablo de las noches con las luces del Simpecado encendidas y la luna? Esa luna caprichosa que quiere ver a la Blanca Paloma. Te hablo del camino con la risa del que ha esperado todo un año y ve cumplido el sueño o de ese enfermo que tras ver la carreta pasando por delante de su casa, conoce la escalera para subir a verla. ¿Qué más te digo? Pues que te acerques. Que lo quieras y que lo ames como nosotros. La Virgen del Rocío es el regalo más grande que te pueden hacer. Y yo solo quiero, que pase rápido el tiempo, para volver a llegar hasta Ella pidiéndole por ti y por mí. Como lo hacen los rocieros.