El triunfo de la libertad

El asunto va mucho más allá de los toros. Es la libertad la que está de enhorabuena y ha sido un triunfo de la democracia, de la convivencia y del sentido común

23 oct 2016 / 10:08 h - Actualizado: 23 oct 2016 / 10:09 h.
"Toros"
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No pude evitar, al conocer la noticia, el recuerdo de aquellas crónicas que en El Ruedo se escribieron de Chamaco en unas memorables actuaciones en la Barcelona taurina de unos años brillantes para la fiesta. Nuestros mayores no habrán olvidado aquellos fines de semana seguidos en los que repetían una y otra vez a Antonio Borrero en la capital catalana. También me acordé de José Tomás. Y de Serafín Marín o de Abel Robles. Pero, sobre todo, pensé en esos aficionados catalanes cuyo único pecado fue enamorarse un día de una fiesta maravillosa que parece destilar odio en un colectivo que ha visto en el toreo un filón político sobre el que descansan sus manipulaciones enarbolando la bandera de un animalismo tan barato como falso.

Mientras celebraba en mi corazón el triunfo de la libertad, del sentido común y la democracia, empecé a sufrir, como todos, los vómitos insufribles de unos políticos que –a cara descubierta, eso sí– juran incumplimientos de las leyes sin que estas caigan sobre ellos. Gente con cargo que promete que se pasará la decisión del Tribunal Constitucional entre las piernas, las mismas que se abrieron un día para miccionar en plena calle. Personas que ven en la decisión un paso atrás, cuando los pasos adelante siempre se dieron de la mano de la libertad.

Son líderes que llaman mecanismos democráticos a los escraches, los empujones y los insultos, que entienden que a Felipe González no se le debe dejar hablar en una Universidad, jóvenes incluso que hablan de la construcción de un país libre cuando no han sido capaces de construir ni su propia moral educativa, que se creen unas consignas tan fáciles de creer como insostenibles.

El sentido común le ha dado la razón a quienes piensan que cualquier comunidad autónoma española debe regular la fiesta de los toros, pero que la celebración de esta pertenece al universo de la cultura y afecta por tanto al Gobierno de la nación. Ninguna comunidad puede decidir si se celebran o no los espectáculos taurinos siempre que éstos cumplan con la legalidad vigente.

El asunto va mucho más allá de los toros. Es la libertad quien está de enhorabuena. Nuestra libertad. Ha sido un triunfo, más que de la fiesta, de la democracia, de la convivencia, una victoria de todos. Pero no será suficiente. Aunque parezca mentira habrá que pelear muy duro para que parte de nuestros conciudadanos acepten que las leyes son para todos, que deben cumplirse. Que estamos en un país libre, con una Constitución y unas normas. Y que sólo pueden cambiarse con el diálogo de las urnas, no pegando palos ni intentando normalizar la violencia.