Aún está usted a tiempo de disfrutar y compartir un triunfo de Sevilla. Del que no hablan los pregoneros pese a que acontece en el Teatro de la Maestranza, el mayor escenario para sus voces. Este domingo 4 de noviembre, a las 20:00 comienza la cuarta y última de las representaciones de la ópera ‘Lucia de Lammermoor’, de Donizetti. La interpretación de esta hermosa partitura tiene un especial aliciente: este emblemático personaje en el repertorio del bel canto es encarnado por la joven soprano sevillana Leonor Bonilla. Y está triunfando de lo lindo en su doble reto, superando cualquier atisbo de miedo escénico: hacer por vez primera de ‘Lucia’ y ser consciente de que es la primera persona de la cantera musical sevillana que encabeza el reparto de una ópera en la gran sala del Maestranza en los 27 años de historia del teatro.
Muchas personas residentes en Sevilla o su área metropolitana tienen la oportunidad de descubrir este domingo día 4 a Leonor Bonilla con la misma curiosidad que les impulsa a comprar las entradas cuando un espectáculo tiene nombres y apellidos alemanes, italianos, norteamericanos o rusos. Y, además de entusiasmarse con su actuación en escenas tan famosas como el ‘aria de la locura’, pueden conocer de dónde ha salido esta cantante que, a no dudarlo, muy pronto va a ser a ojos de la comunidad musical internacional a quien identifiquen como representante de Sevilla, la ciudad de las 150 óperas.
Le pidan o no un autógrafo, se hagan o no un ‘selfie’ con ella cuando concluya la función y salga del camerino, se enterarán de cómo Leonor Bonilla fue alumna de danza en el Conservatorio Profesional de Danza, y de canto en el Conservatorio Profesional de Música Cristóbal de Morales. Se ha fogueado durante años formando parte del Coro de Ópera de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza, contándose además con ella para personajes secundarios. Ganó el primer premio del Concurso Internacional de Nuevas Voces que organiza la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera, al que concurren jóvenes de muchos países. Se esforzó por dar la talla en teatros líricos de Italia y de España (incluyendo el Real madrileño y el Liceu barcelonés), en roles vocales cada vez más exigentes. Y en 2018 logró siete premios en el LV Concurso Internacional de Canto Tenor Viñas, el más prestigioso de España, que se realiza en el Liceu.
Es muy importante que haya buenos vasos comunicantes entre conservatorios, orquestas, coros, teatros y asociaciones cívicas de cariz musical para coadyuvar al logro más hermoso: propiciar que un creciente número de jóvenes talentos alcancen la condición de profesionales de la música con dimensión internacional. En Sevilla, la sociedad sigue sin percibir ni enfocar suficientemente bien esa vertiente básica de la formación cultural y de la actividad cultural. Ser las dos vías por las que se encarrilen carreras profesionales, y que las carreras artísticas signifiquen crearse empleo de calidad para ofertas de trabajo en un mercado global.
Ha de ser una cultura contagiosa el triunfo de Leonor Bonilla. Y el del pianista Juan Pérez Floristán. Y el del director de orquesta Alfonso Casado. Y el de la compositora Elena Mendoza. Y el del clarinetista Pablo Barragán. Y el del director de escena Rafael R. Villalobos. Y el de la arpista Cristina Montes. Son solo algunos de los numerosos ejemplos de sevillanos nacidos en los años ochenta que hacen carrera internacional en la música clásica. Suyo es el mérito. Y si entendemos sus claves, facilitaremos que haya más jóvenes capaces de vivir de su pasión, y menos jóvenes en el paro.