Elogio de la democracia en América

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11 feb 2017 / 21:21 h - Actualizado: 11 feb 2017 / 21:57 h.

Dijo el controvertido y poderoso Henry Kissinger que «lo ilegal se hace inmediatamente, sin embargo lo inconstitucional lleva algo más de tiempo». Y no le faltaba razón, como bien pronto ha podido aprender su mal emulador Donald Trump. Porque de la misma forma que uno se llega a ser presidente de los EEUU por voluntad de la Constitución, el ejercicio del cargo, sus funciones y prerrogativas, solo podrán ejercerse bajo los límites que dibuje la norma fundamental. En el diseño constitucional de la democracia americana, la fuerte división de poderes permite corregir todo intento de ruptura constitucional por parte de cualquiera de ellos (checks and balance). Es la Constitución la que crea un gobierno y no a la inversa, elemento este de la cultura política norteamericana que está grabado a fuego desde que así lo escribiese el Federalista durante los intensos debates constituyentes (1787). Donald Trump ha visto como su Decreto para impedir la entrada a nacionales de países sospechosos ha sido suspendido por jueces norteamericanos con el argumento de que dicho Decreto es inconstitucional. Todo un nuevo ejemplo de que el presidente de los EEUU no lo puede todo o, dicho al revés, la afirmación esperanzadora de que la democracia norteamericana será capaz de sobrevivirle.

Pero hay incluso algún detalle más para el elogio. La tentación del presidente norteamericano de elegir como jueces del Tribunal Supremo a magistrados partisanos entra dentro de lo políticamente posible. Sin embargo, aunque excepciones ha habido, aquí también hay un poso de cultura constitucional y democrática que dificulta la maniobra presidencial. El control social y político sobre los candidatos a jueces del TS es tan intenso que resulta muy complicado elegir a juristas faltos de mérito y prestigio, es decir, hombres o mujeres presos de su propia ignorancia. Además el carácter vitalicio del cargo colabora sin duda a que los magistrados rompan amarras con el presidente que los designó. Por último, el hecho de que los magistrados tengan ideología, algo por otra parte natural, no solo no se esconde sino que forma parte de la idea de Constitución como norma para una sociedad plural. Se elige a jueces que saben derecho.

Trump ha propuesto como juez del Supremo a un reconocido jurista conservador, Neil Gorsuch, que ha calificado de «descorazonadora y desmoralizante» la invectiva del presidente Trump contra los jueces que han suspendido su polémico e inconstitucional Decreto. Y esto me recordó la anécdota de cuando al presidente Eisenhower le preguntaron que cuál había sido el mayor error de su mandato: la elección del juez Warren, respondió sin titubear. Democracia en América, digna de elogio.