En Casa Vizcaíno

Image
05 nov 2016 / 00:19 h - Actualizado: 05 nov 2016 / 00:21 h.
"La Azotea"

TAGS:

La calle se ensancha abriéndose a la alegría de la plaza de los Carros, como una alegoría de sí misma. Altramuces y aceitunas para acompañarse en un sitio único y genuino, donde su parroquia fiel se cita entre una alfombra de serrín y cáscaras de avellanas y una generosa barra de madera, oyente fiel de conversaciones, por donde se ahogan las interminables cuentas de tiza. Una bodega con solera donde se despacha poca conversación, una insuperable cerveza tirada a la perfección según los cánones cerveceros por sus camareros de mandil perpetuo y vermut casero, anunciado desde la nevera donde se exhibe la nostalgia de tiempos pasados; desde un Naranjito a fotos del vecino, Ese que se arrodilla delante de un olivo cada Jueves Santo.

Una celosía separa los baños, cuya intimidad queda franqueada por una llave de acceso que cuelga de la pizarra donde la suerte, en binomio con la pegatina de Andalucía, espera en forma de números de tiza a aquellos que la persiguen. Tras su portón, abierto completamente a los jueves, siempre hay alguien cuando no se busca a nadie y al contrario; funcionarios, ciclistas, jubilados, hippies, escritores, músicos, costaleros... una miscelánea perfecta para involucrarse en la idiosincrasia de un barrio que lo tiene todo; los tópicos, el modernismo, lo clásico, la valentía impregnada en sus adoquines, el señorío macareno y ser la arteria por donde le late el corazón a Sevilla. Dinamismo de gente entrando y saliendo de Casa Vizcaíno, donde siempre hay alguien esperándote sin que le esperes, donde la vida se bebe, donde siempre es una feria.