En el lugar del otro

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04 jul 2016 / 09:20 h - Actualizado: 04 jul 2016 / 22:31 h.
"Política","El Hermeneuta ecléctico","Elecciones Generales 2016"

Ya pasaron las elecciones pero parece que la resaca va a ser larga. Gran parte del electorado, ante la inesperada victoria del PP, no consigue comprender lo que a sus ojos es un error evidente.

Afortunadamente, una parte de la izquierda ha renunciado ya a sembrar dudas sobre la limpieza de nuestro sistema electoral. Yo, que estoy acostumbrado a trabajar en elecciones mucho menos limpias al otro lado del Atlántico, me siento orgulloso de nuestro sistema. Y es que hay que reconocer una cosa, podremos discutir sobre la justicia o no del reparto de escaños y bramar contra la Ley d’Hont y contra la circunscripción provincial, pero tenemos un sistema con enormes garantías y que demuestra jornada electoral a jornada electoral cada vez más eficacia en el recuento.

Últimamente parece que lo que está de moda es poner en duda la democracia misma. Y escucho muchas voces que hablan de incultura, de la influencia del poder y del dinero, o de lo manipulables que somos los seres humanos. Y aunque hay parte de verdad, le pedimos a la democracia mucho más de lo que ésta nos puede dar y, por eso, como sociedad, damos bandazos entre la confianza ciega en la inteligencia colectiva y la desazón producida por errores colectivos evidentes, como el Brexit.

Las colectividades, como los individuos, se equivocan. La grandeza de la democracia es que cuando un colectivo se equivoca, está ejerciendo su derecho a equivocarse, está declarando su mayoría de edad como sociedad. No es que los pueblos, en democracia, no se equivoquen, es que, simplemente, tienen derecho a equivocarse.

Y cuando no se comprende un resultado electoral, ¿no es más sano ponerse en el lugar del otro e intentar comprender sus razones, que seguro que las tiene, que descalificarlo?