Encontrar una sombra antes que una manta

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15 ene 2017 / 18:27 h - Actualizado: 15 ene 2017 / 21:50 h.

Le decía un día a mi viejo amigo Juan ‘el del correo’, de El Rubio, que me gustaba mucho más el invierno que el verano. Mi viejo amigo, jornalero de toda la vida, acostumbrado a la dureza del campo, sólo me dijo, «Marquitos, no olvides que es más fácil encontrar una sombra que una manta», y me relató una multitud de terribles casos en los que frío era el triste protagonista de las frías mañanas en el campo.

Recuerdo esta anécdota cuando observo la realidad de los campos de refugiados sirios, sometidos a unas gélidas temperaturas sin más cobijo que una tienda de campaña. No sé si la frialdad social con la que observamos estas imágenes es mayor aún que las temperaturas bajo cero que ellos padecen. Quizás no queramos escuchar, pero en esos campos de refugiados la gran mayoría son niños y niñas abandonados a su suerte. El 51% de esos refugiados son niños y, de ellos, más de cien mil lo son sin sus padres, ni madres, abandonados en auténticos campos de concentración que son ignorados por los grandes medios.

La insolidaria piel se nos va construyendo a base de invisibilizar lo que es un horror, a base de esconder lo que es la realidad y tergiversar lo que debiera ser una vergüenza mundial. Los desplazados forzados en el mundo superan los sesenta millones de personas y sólo se nos ocurre construir vallas y muros de intolerancia.

Esta semana, cuando escuchemos hablar de temperaturas bajo cero en la ola de frío, recordaré que hay millones de niños refugiados que no pueden ni conseguir una manta y que muchos de ellos no tienen ni el cobijo de la familia.