Errejón, Iglesias y la Yoko Ono cañí

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20 ene 2019 / 18:56 h - Actualizado: 20 ene 2019 / 19:09 h.
"Opinión","La vida del revés","Política"
  • Irene Montero y Pablo Iglesias. / EFE-Archivo
    Irene Montero y Pablo Iglesias. / EFE-Archivo

Dicen, los que saben de las cosas del querer, que el enamoramiento de las personas dura entre tres meses y seis años. Luego, eso que tan de cabeza ha traído a las personas, se convierte en amor, odio, distancia, amistad o en lo que sea. Pero eso es lo que dura.

El amor y el enamoramiento que sienten algunos por sí mismos duran algo más. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en Pablo Iglesias o en el que escribe. Dadas las circunstancias, lo mejor es que me centre en el señor Iglesias puesto que mi caso es irrelevante.

Pablo Iglesias es un ejemplo de egoísmo, de egolatría, de arrogancia, de desprecio hacia todo lo que no es él mismo, sus intereses o los suyos. De eso va sobrado. Sin embargo, de votos, de la fidelidad de los que tiene alrededor, de una buena imagen pública o de amistades eternas, no tanto. Va más justito de todo esto el señor Iglesias.

A Pablo Iglesias, de lo que tuvo al comenzar su carrera política, le queda poco. Le dan la espalda los votantes, los que fundaron Podemos con él han salido pitando y hasta las ideas le están abandonando (escuchar a Iglesias decir que la situación en Venezuela es nefasta y que no podría decir muchas cosas de las que dijo para defender aquel país, ha sido uno de los momentazos políticos de los últimos meses). Iglesias se queda solo con su prepotencia y su chulería; subido al altar en el que se rinde pleitesía a él mismo y desde el que pide al resto de los mortales que le adoren; encerrado en una casa carísima que dice mucho de lo que es él, su forma de hacer política y de lo que significa dejarse de ideas maravillosas para formar parte de la maquinaria política de un país como España. ¡Hay que ver lo que amansa estar en las instituciones, el dinero y la posibilidad de no tenerlo, la popularidad...; hay que ver la cantidad de idioteces que se dicen siendo joven y las pocas consecuencias que tiene tener la lengua suelta!

Irene Montero apareció en la vida de Pablo Iglesias y en la de Podemos. Irene Montero se ha convertido en la Yoko Ono podemita. Desde que los partidarios de Iñigo Errejón escucharon, a través de las paredes de Vistalegre, lo que Montero pensaba de ellos y lo que debería ser su futuro según la Ono versión cañí, todo ha ido a peor; desde que el poder de Iglesias ha convertido a Irene Montero en su mano derecha, la formación morada no levanta cabeza.

A Pablo Iglesias le ha puesto los cuernos el que fuera su amigo íntimo Iñigo Errejón. Y se los ha puesto porque las humillaciones se llevan mal. Lo que le hizo Iglesias a Errejón no podía quedar así. Las personas funcionamos de esta manera. Nos gustará más o menos reconocerlo, pero la venganza mueve de lo lindo al personal. En cuanto ha podido, Errejón se la ha jugado a un Iglesias que debería saber que enfrentarse a alguien con carisma y más listo que tú es mal negocio.

No faltan los apoyos a Iglesias. Los de su esposa o los de Echenique diciendo que él cree que Errejón debe dimitir aunque, claro, de algo tiene que comer hasta mayo. Echenique, otra vez, demuestra que es lo peor que le ha pasado a la izquierda española desde la transición. Mal gusto, insultante, falto de elegancia... Un hombre especialmente maleducado.

Si Podemos estaba perdiendo fuerza de un tiempo a esta parte, es posible que ahora asistamos a un batacazo monumental. Porque esta vez ha sido Errejón aunque no sabemos si las mareas se unirán en breve, o cualquier otro sujeto de relevancia en la organización. El culto al líder en la izquierda es poderoso y breve al mismo tiempo.

Eso sí, Iglesias ya tiene su casa enorme y carísima que le hará más llevadera la cosa. Si IU le da la espalda como ha ocurrido en Madrid, es igual. Su casa es suya. Si todo se desmorona da igual porque hay muchos partidos en los que aterrizar y los altares se pueden cambiar de lugar.

Por cierto, si alguien piensa en Monedero como esa esencia que sigue en Podemos y que es eterna, que lo olviden. Es cuestión de tiempo. Lo que ya no está tan claro es si será Monedero el que saldrá pitando o será el señor Iglesias el que corra a los brazos de Pedro Sánchez. Pero es cuestión de tiempo. Después de destrozar una oportunidad política única para una generación, solo falta esperar a que suceda lo inevitable.