Existen dos clases de países, los que tienen más zapatos que pies y los que tienen más pies que zapatos. Estremecedora visión.
Mientras empaticemos con las víctimas de un avión estrellado, pero no con los ocupantes de una patera, o con las víctimas del éxodo sirio, nos creeremos solidarios, pero es mentira, somos clasistas. Mientras montemos campos de refugiados en lugar de hogares, nos creeremos que hacemos una acción humanitaria, pero es mentira, están siendo marginados y abandonados. Mientras las fronteras sirvan para separar a personas en lugar de territorios, nos creeremos patriotas, pero es mentira, somos inhumanos. Mientras permitamos por inacción o por complicidad, que estén siendo atacados como si fuesen delincuentes, pensaremos que nos estamos defendiendo, pero es mentira, ellos huyen de la guerra, no la buscan. Mientras no nos demos cuenta de que es Europa y no Macedonia la que debe ponerse a trabajar, pensaremos que se está solucionando algo, pero es mentira, hay 9.000.000 de almas que están huyendo del horror.
La situación de la zona del Oriente medio y próximo ha llegado a una situación extrema. Desde aquellos polvos de las guerras contra Irak, a estos lodos de la debacle actual con el Estado Islámico como principal protagonista, a un nivel militar casi imparable y un nivel de represión y brutalidad máximo. Desde la devastación cultural, al genocidio racial y a la persecución religiosa, con estampas que harían casi sonrojar a otros regímenes de exagerada violencia. Todo ello ante la mirada impasible o hasta consentidora de los países de occidente, más preocupados por los niveles de tipos de interés, la deuda de los países periféricos y el reparto de sillones en los múltiples parlamentos a distintos niveles geográficos. Para mayor gravedad, seguimos en nuestra ceguera incluso cuando vemos como el problema se nos está metiendo hasta la cocina, con atentados recurrentes en Inglaterra o Francia, o los diversos viveros de yihadistas que aparecen sin desmayo en casi todos los países occidentales, con España en lugar destacado. La situación en los países afectados por la guerra es extrema, los nativos de la zona, han tenido que recurrir a la más dramática de las decisiones, huir y dejarlo todo para salvar la vida. Huir y acudir a la parte del mundo donde entienden que pueden estar seguros y tienen posibilidad de comenzar una nueva vida. Una nueva esperanza. ¿Qué es la vida sin esperanza?
Estoy consternado por el éxodo sirio y la poca importancia que le estamos dando a este drama humano y a tanto sufrimiento. Pero claro, no vienen con visado de turista, o en lujosos cruceros, e igual es por eso por lo que no están en nuestros planes, en las agendas de nuestros gobiernos o en las actuaciones de la célebre troika. Todo es mentira.