Que gran mujer y cantante Mari Trini, esa adelantada a su época que supo plantarse delante del público para cantarle al mundo que “esa no soy yo”, “una señorita tranquila y sencilla, que siempre perdona y pierde esperanzas, una paloma blanca que le baila el agua a los hombres, esa no soy yo”. Y que grande esas otras mujeres feministas que me rodean y utilizan este lema para sus proyectos de sensibilización y formación feminista. Todas ellas, me susurraban al oído hace unos días, para recordarme que yo tampoco soy esa que la publicidad vende como 100% madre, aprovechando la coyuntura comercial.
Si, lo siento pero hoy especialmente día de la madre toca hablar sobre publicidad sexista e inevitablemente nos tenemos que parar a reflexionar hasta dónde nos quiere llevar el capitalismo salvaje, en el que nos dejamos enredar y qué parte de responsabilidad tenemos como sociedad cuando dedicamos nuestra plata a sustentar una estructura que perpetúa desigualdades.
Esta semana, las redes sociales y las feministas hemos hecho piña, como ya viene siendo costumbre, para denunciar la campaña sexista publicitaria que unos grandes almacenes ha realizado con motivo del día de la madre. Sí, son esos grandes almacenes que ahora mismo estáis pensando y a los que me niego dedicarles ni un segundo más de cobertura mediática. Quizás, porque echando mano de conversaciones recientes con gente muy querida y con buen criterio, me comentaban del éxito aparente que muchas marcas y empresas reciben, aún después de una mala publicidad y de la repercusión que pueden alcanzar tras un escarnio sonoro. Por eso y porque además quién ejecuta no es tan importante aquí, como quién permite que estas campañas adquieran visibilidad y quienes aun así siguen alimentando esta maquina tan bien empleada por el patriarcado para seguir clonando mujeres perfectas para su misión.
Mantenernos un 97% entregadas, eso si, nos permiten un 3% de queja (gracias señoros míos por tanta gratitud). La fórmula perfecta que suma ese 100% que nos catapulta directamente al reino de las madres perfectas, al que toda mujer desea llegar. Y es así, como nos quieren: sumisas, serviciales, entregadas y rechistar poco.
Con este campaña, miedo me da pensar en la lista de regalos que proponen estos grandes almacenes para acertar con las supermadres. Mujeres, hoy especialmente estad preparadas para cualquier cosa. Ya os adelanto que la aspiradora, el set de maquillaje o la plancha tienen todas las papeletas de estar entre vuestros regalos, si no tenéis el privilegio de contar con un entorno que no se deje engañar por estas patrañas machistas.
Y para los/as escépticos/as que no ven delito alguno en regalar batidoras, depiladoras y adornos varios para ellas, les sugerimos una revisión urgente al mito de la supermama en publicidad y su toxicidad. Regalar este tipo de utensilios implica hacer a las madres responsables de los cuidados y la producción en solitario y además dejáis caer todo el peso de la perfección en la que parece nos movemos como pececillos en el agua. Pero no es cierto. Estamos agotadas de llevar la casa, la prole, el trabajo y parecer siempre frescas y joviales. Estamos cansadas de tapar con una cuarta de maquillaje las ojeras que reflejan nuestra falta de sueño. Estamos cansadas de robarle tiempo al ocio para “divertirnos” quitándonos pelos que volverán a crecer o alargándonos las pestañas y las uñas. Me niego a creer que esas son las madres que queréis.
Unas supermadres son todas aquellas mujeres valientes, que pese al Estado que nos tiene totalmente desprotegidas y explotadas, el machismos asqueroso que nos asfixia y una sociedad cada vez más narcotizada, se adentran en la aventura de tener descendencia. En un ejercicio absoluto de amor. Porque adentrarse en la maternidad hoy en día, en mitad de este torbellino que nos arrastra y a la vez reclamar el derechos a mantener nuestra propia identidad y construirnos más allá de la maternidad, es tarea ardua.
Para mi esta campaña 97% patriarcal, 3% violencia, suma un 100% de machismo, pero del rancio, de ese que huele a bolitas de alcanfor. Lo siento señoros míos pero yo soy hueso duro de roer. Y aunque para ustedes el triunfo está en que hablen de vosotros aunque sea mal, para mi el triunfo y el éxito está en otra parte. Y es precisamente en ese 100% compromiso que os falta cuando diseñáis, ejecutáis y financias campañas que solo sirven para crear 100% basura.