Esclavos de nuestro Mediterráneo

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
30 nov 2017 / 18:59 h - Actualizado: 30 nov 2017 / 19:00 h.
"Inmigración","Pasa la vida"

Pleno acierto de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo al organizar ayer y hoy en Sevilla un seminario, con expertos procedentes de varios países, sobre “El Mediterráneo como escenario de la potencial guerra fría entre Rusia y EE.UU”. Ha tenido como primer ponente a una de las personas que más han influido a nivel mundial durante los primeros años del siglo XXI: Wadah Khanfar, el directivo que convirtió la cadena catarí Al Jazeera en una televisión global para competir con los canales anglosajones en información y en propaganda.

Este foro ha coincidido con la cumbre Europa-África, con 80 jefes de Estado o de Gobierno y 5.000 representantes de instituciones reunidos en Abiyán (Costa de Marfil). Pese a tener el Atlántico del Golfo de Guinea a la vista desde sus respectivas habitaciones de hotel, estaban pensando más en el Mediterraneo de Libia. Por la escandalosa revelación de la venta como esclavos de inmigrantes que llegan a costas libias para intentar entrar en Europa tras recorrer entre 5.000 y 10.000 kilómetros de territorio africano o asiático huyendo de guerras, hambrunas y tiranías, y son víctimas propiciatorias de las mafias que trafican con su desesperación. La esclavitud es soportable en el orden mundial de las razones de Estado siempre y cuando no salga en los telediarios. Naciones Unidas cifra en unos 40 millones el número de esclavos hoy en día, atávica lacra que muchos ciudadanos creían erradicada y traspasada a la categoría de argumentario para cine histórico.

Sevilla, atlántica y mediterránea por geografía y por cultura, puerto y puerta del mercado de esclavos en tiempos romanos o barrocos, debe ejercer de ciudad global para también ocuparse y preocuparse de todos los formatos actuales de esclavitud. Los físicos y los mentales. El hambre y el fanatismo. Comprender a muchos subsaharianos que están en nuestras calles tras haber sobrevivido a una odisea en la que perecen decenas de miles de personas como ellos. Si les habla, piense que están ahogados. O recluidos en la nueva cárcel de Archidona por falta de sitio en los desbordados centros de internamiento temporal. O apalizados hasta esclavizarlos en Libia. Todos son víctimas de la indolencia interesada de Estados Unidos y Rusia ante el abismal desequilibrio demográfico en África (el 65% de la población tiene menos de 25 años) porque las grandes potencias saben que la masiva huida para atravesar el Mediterráneo debilita a Europa.

Los jerarcas europeos prometen aumentar el presupuesto para subvencionar que grandes cantidades de inmigrantes retornen a sus lugares de origen. Eso no es suficiente. Para muchos, llega tarde. Han sido destruidos esos lugares, y los medios para vertebrar cualquier opción de sustento, y aún impera la violencia indiscriminada, la inseguridad constante. Hacen falta muchos pilares a la vez: paz, democracia, libertad, desarrollo, educación, soberanía, cooperación,... Todos, africanos y europeos, somos esclavos de habernos acomodado a conformar un modelo de vida basado en dominar al prójimo.