El día que Trump ganó las elecciones, Wall Street se disparaba. A la vez que nos vendían que ganaba un loco excéntrico multimillonario, los grandes magnates del mundo financiero y energético americano se frotaban las manos hasta el punto de que era la mayor subida de la historia de la bolsa. El América first era mucho más que un eslogan. La excentricidad de Trump comenzaba con una política antiinmigratoria contra lo musulmán y contra lo hispano. El muro y sus políticas desde entonces son un horror humantario en el que se ignoran los Derechos Humanos y el mínimo de dignidad que tiene que tener un Estado. El América first es un neonacismo que encuentra en la inmigración el enemigo externo tan necesario para la mentira de los problemas que crea el propio sistema que genera pobreza y miseria en los colectivos desfavorecidos del país. Los medios crean inmigrantes «que quitan el trabajo de los de aquí, adulteran las culturas y vienen a vivir de forma parásita a costa de nosotros».
Pero Trump parece ser la punta de lanza, porque hay en Europa una hornada de dirigentes de derechas que toman como suyo el discurso de Trump, racista, xenófobo y ultranacionalista, para ir gestando una sociedad que se cree defendida por quienes los empobrecieron con recortes y políticas en favor de los poderosos. Hoy los discursos de Rivera y Casado en España son pura gasolina al servicio de quien nos empobrecieron como pueblo y a los que les regalamos miles de millones de euros por la cara a cambio de que nos robaran el trabajo, los derechos o la sanidad pública. Quien nos roba llegó en yate, no en patera.