Espadas da la mano a la derecha

Comienzan a palparse crecientes síntomas de descontento y a levantarse la voz en los barrios más populares y con mayores carencias, entre los empleados públicos, y entre sectores y actores que fueron decisivos para combatir las nefastas políticas de Zoido

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15 sep 2017 / 21:12 h - Actualizado: 15 sep 2017 / 21:13 h.
  • Espadas da la mano a la derecha

Durante el último debate sobre el Estado de la Ciudad, celebrado el pasado 19 de junio, Juan Espadas cerró su intervención manifestando que su opción era la de continuar entendiéndose y buscando apoyos con los grupos municipales de la izquierda que facilitaron su investidura y, ante el pseudo ofrecimiento del PP para llegar a acuerdos estables de gobierno, anunció con firmeza su decisión de irse a su casa antes de gobernar con el programa de la derecha.

Poco tiempo ha transcurrido y tras el periodo estival nos hemos encontrado con recientes declaraciones de Espadas que sólo podemos calificar de profundamente decepcionantes, en las que volviendo a hacer ostentación de que es un hombre moderado, de centro izquierda –cosa que reiteramos ya nos habíamos enterado– dejaba meridianamente claro su intención de apostar por entenderse preferentemente con el grupo municipal de Ciudadanos. La confirmación de tales declaraciones se ha producido al comienzo de esta misma semana, tras anunciar que ha alcanzado un acuerdo con el grupo de Javier Millán para las próximas ordenanzas fiscales. Un anuncio que por el foro en el que se produjo y la forma en que lo hizo dice mucho del verdadero alcance del mismo; no es casual que en esta ocasión incluso se haya olvidado, como era habitual, de presentarlo previamente a los agentes económicos y sociales o al propio CESS.

En lo concreto, el acuerdo supone desandar el camino emprendido en materia fiscal, quebrando el principio de progresividad que tímidamente había presidido los dos primeros años de Espadas, al tiempo que reduce el techo de gasto y renuncia a ingresos extraordinariamente necesarios para atender en el próximo presupuesto municipal las múltiples necesidades de los barrios y servicios municipales; salvo que para paliar en parte la bajada indiscriminada del 3% en el IBI, incremente, como de manera algo confusa se ha dejado entrever, el impuesto de vehículos, las tasas de basura, cementerio y otras, o recurra de nuevo al endeudamiento. Un despropósito que en modo alguno podemos compartir.

Pero siendo todo ello importante, lo verdaderamente relevante en términos políticos es que el alcalde, que fue elegido con los apoyos de la izquierda y con cuyo apoyo también, de una u otra manera, ha conseguido sacar adelante durante dos años las ordenanzas fiscales y los presupuestos municipales, haya ahora decidido, en el momento crucial, acabar el mandato de la mano de la derecha. Aquí no caben conjeturas; Espadas mejor que nadie sabe que, tras el incumplimiento de no pocos compromisos adquiridos con Izquierda Unida y Participa Sevilla que lo ha ido progresivamente alejando de ellos, su última decisión de revertir la política fiscal lleva consigo la ruptura definitiva con la misma izquierda que propició su elección. En definitiva, una decisión de alcance sobre la que sólo nos queda la duda del lugar en la que se adoptó.

Espadas sabe también que ahora, acompañado de Ciudadanos, deberá acercarse a las proximidades del PP para garantizarse cierta estabilidad y la aprobación de los asuntos más relevantes para la ciudad. Un PP rearmado, que ha comenzado a dar señales de vida tras la depresión y el prolongado letargo en el que se ha encontrado sumido desde el comienzo del actual mandato, y que sin duda alguna pondrá un alto precio para acceder a ello. La inmediata respuesta del nuevo portavoz de la derecha municipal, Beltrán Pérez, a la oferta lanzada por el alcalde ha sido suficientemente clarificadora.

Mientras tanto, comienzan a palparse crecientes síntomas de descontento y a levantarse la voz en los barrios más populares y con mayores carencias de la ciudad, entre los empleados públicos, y entre sectores y actores sociales que fueron decisivos para combatir las nefastas políticas impulsadas por Zoido, y que en alguna medida incentivaron el entendimiento entre las fuerzas progresistas para recuperar la alcaldía y ponerla al servicio de la mayoría social.

No es para menos. Hasta ahora Espadas conservaba importantes apoyos sociales no tanto porque brillara en su gestión y hubiera avanzado lo suficiente, sino porque su acción municipal se orientaba en lo fundamental en la dirección correcta; una política ahora quebrada que muy previsiblemente llevará consigo la progresiva perdida de los citados apoyos. Porque nadie se engañe, las insuficiencias y carencias en la gestión resultaban evidentes y ponían de manifiesto serias limitaciones y falta de iniciativa política en las áreas municipales más sensibles para el desarrollo económico y social de la ciudad.

Al respecto, y dada su importancia, no hay más que observar la deficiente ejecución presupuestaria del pasado año, en el que de las inversiones previstas –Capítulos VI y VII– sólo llegaron a ejecutarse al cincuenta por ciento, dejando por el camino más de treinta y siete millones de euros sin invertir; mal precedente que nos hace temer que algo similar pueda suceder al finalizar el presente ejercicio presupuestario. O la incapacidad –más allá de las inaceptables limitaciones legales impuestas por Montoro– para cumplir los compromisos adquiridos con las organizaciones sindicales, de destinar recursos procedentes de las plazas vacantes dotadas económicamente para la contratación temporal de personal en servicios municipales que se encuentran bajo mínimos. Sólo dos ejemplos que podrían extenderse a otros asuntos de relevancia –barrios, empleo, movilidad, urbanismo, deportes, parque y jardines, planificación estratégica, etc.– y a los que en otro momento nos referiremos.

En este contexto, la alianza de Espadas con Ciudadanos –que para no quedar desplazados del tablero acaba de adelantar sus pretensiones de entrar a formar parte del próximo gobierno municipal–, la aproximación a los espacios del PP para garantizar la gobernabilidad, y la ruptura de todos los puentes con la izquierda, no auguran nada bueno. Y no lo es, no sólo por las consecuencias que veremos durante lo que queda del mandato municipal, sino por los efectos que tendrá para la próxima cita electoral y los obstáculos casi insalvables para propiciar en el caso de ser necesario un nuevo acuerdo en el seno de la izquierda. Tiempo al tiempo.