Estimado José Luis, uso esta columna para enviarte la más grande felicitación por tu designación como director artístico de la Bienal. Quién te iba decir hace 37 años cuando este evento flamenco comenzaba a caminar que tú serías la persona elegida para su edición número veinte. Cierras un círculo de tiza caucasiano, que diría Brecht, sin necesidad de romper a la criatura.
Qué lejos queda aquella primera edición llevada por el furor de la novedad, por el intento de compendiar en un espacio y un tiempo, el teatro Lope de Vega en unos cuantos días de abril, todo lo que en aquellos momentos era el Flamenco. Tu lucha contra los poderes establecidos de la política y el arte o con aquellos pseudocríticos que ponían antes la mano que la opinión. Me imagino al ver tu cara en las fotos que la experiencia fue dolorosa, pero a la par creadora.
Estos son otros tiempos. El flamenco tiene reconocimiento universal y los flamencos se reconocen cada día más como artistas de equilibrio y profesionalidad. Lejos quedan los tiempos del Pericón y su calesa o la Alameda del Hércules con su Sacristía. Ahora todo es más higiénico y arreglado. La Bienal es un gran espectáculo internacional que con la adecuada gestión dará unos resultados brillantes a la ciudad, tanto en lo económico como en su reputación.
Y cómo ibas a imaginar cuando escribías Yo no quiero na de nadie / Yo solo quiero lo mío / Aquello que me robaron / Antes ya de haber nació que la vida y la ciudad te darían el regalo de volver a tu Bienal. Que sea para bien. Y que seas feliz.