Europa, rompeolas de culturas

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17 jul 2016 / 18:19 h - Actualizado: 18 jul 2016 / 22:20 h.

Nuestra relación con el mundo musulmán no es sencilla. Se junta el miedo a lo desconocido (sorprende ver lo poco que nos conocemos, a pesar de ser mucho más que vecinos), con el peso de una historia interpretada en base a la lucha entre religiones, supuestamente irreconciliables; y me preocupa que, como en casi todo, las posiciones que adoptamos europeos y españoles se están alejando peligrosamente del virtuoso terreno de la moderación.

Se han ido definiendo dos posturas. Por un lado, se encuentran los que achacan todos los males del mundo al comportamiento irresponsable de occidente. Según ellos, la única respuesta es dejarlos vivir en paz, por mucho que eso signifique dejar que regímenes que no respetan los derechos humanos sigan campando a sus anchas, manteniendo un problema que tarde o temprano acaba plantándose ante nuestras fronteras.

Por otra parte, están los que piensan que la convivencia con el diferente es imposible, y culpabilizan al mundo musulmán en su conjunto. Son cada vez más y, gracias a ellos, la ultraderecha empieza a vivir un preocupante renacimiento. Ignoran que la mayoría de las víctimas del odio son musulmanes y que se cuentan por millones los que viven pacíficamente con nosotros.

Y, como suele ocurrir, los extremos se hacen más fuertes el uno gracias al otro y ambos se apresurarán a criticarme si afirmo mi convicción de que ese buenismo que lo arregla todo con velitas y minutos de silencio, sólo va a conseguir alimentar más a la ultraderecha, pero que el odio va a ahondar en la marginación que también es origen del problema. Necesitamos medidas contundentes contra el ISIS, al tiempo que mejoramos la convivencia y el entendimiento con un mundo musulmán que es también parte de lo que somos.