Europa un camino hacia el bien común

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05 ene 2019 / 07:50 h - Actualizado: 05 ene 2019 / 08:22 h.
  • Activistas pro Unión Europea se manifiestan a las puertas del Parlamento británico en Londres. EFE/ Andy Rain
    Activistas pro Unión Europea se manifiestan a las puertas del Parlamento británico en Londres. EFE/ Andy Rain

A lo largo de 2014 escribí en este mismo medio de comunicación dos artículos sobre Europa y los Padres de la Unión Europea por considerar que, desde el punto de vista social y político, estábamos olvidando lo que supuso para los ciudadanos de Europa el empeño que estos estadistas pusieron para que Europa pudiera gozar de lo que hoy conocemos como Sociedad del Bienestar, ayudando a generar países que tuvieran los principios del Estado Social de Derecho como eje esencial del desarrollo económico y político.

Recopilo los nombres de los Padres de este gran proyecto, de esta forma, confío que los lectores nos acerquemos a cada uno de ellos. Merece la pena porque podremos descubrir que su pensamiento siempre estuvo nutrido por el Bien Común. Al mismo tiempo nos percataremos de cómo muchos responsables políticos actuales ignoran, que lo que hoy tenemos se lo debemos a la capacidad de entendimiento de personas que sí tuvieron a gala ser servidores públicos por encima de los intereses partidistas y cortoplacistas. Fueron personas asentadas en principios cristianos, que aplicaron con sabiduría a la política y a la economía.

Konrad Adenauer, Joseph Bech, Johan Willem Beyen, Winston Churchill, Alcide De Gasperi, Walter Hallstein, Sicco Mansholt, Jean Monnet, Robert Schuman, Paul-Henri Spaak, Altiero Spinelli , y detrás de todos ellos, equipos de personas que apoyaron y nutrieron técnicamente la posibilidad de construir una Europa que fuera capaz de superar los conflictos que habían llevado a los ciudadanos a sufrir dos grandes guerras. Tuvieron altura de miras; pero sobre todo principios.

Hoy asistimos, en la mayoría de los casos como convidados estáticos, a una mesa en donde lo que se está tratando es cómo destruir a Europa. Esto está sucediendo en la mesa del Parlamento Europeo; pero también es la mesa de los Parlamentos de los Estados miembros de la Unión Europea. Lo estamos experimentando en la decisión del Reino Unido de salirse de la Unión Europea, y lo estamos sufriendo en muchos países por la doctrina e ideología de los partidos llamados nacionalistas y populistas. Queda poco margen a los partidos que basan sus actuaciones en las políticas democratacristianas y socialdemócratas para que puedan hacer valer los principios que han logrado el progreso que actualmente disfrutamos. Vemos que estos parámetros democráticos se van reduciendo y comienzan a triunfar una mezcla que coge una parte de aquí y otra parta de allá, lo cual está generando una desazón en las personas que formamos parte de la Unión Europea, y que no acertamos a saber qué está pasando en Europa para vivir con tanta tensión.

Considero que, todavía, estamos a tiempo de lograr mantener que lo que movió a los Padres de la Unión Europea a construir la Europa del Bienestar. Para ello propongo volver a recuperar los ejes del Bien Común asentados en la Doctrina Social de la Iglesia, por ser éstos un espacio de encuentro y de hermandad que mucho pueden ayudar a configurar lo que Europa precisa: riqueza social.

Si no somos capaces de asentar nuestras sociedades desde esta dimensión, corremos el riesgo de dejarnos arrastrar por un maremoto social en donde los políticos solamente mirarán al cumplimento de sus intereses partidistas sin importarles, de verdad, los principios que sustentan el Estado Social de Derecho, volviendo a ideologías que fueron caldo de cultivo para enfrentarnos entre los ciudadanos de Europa a lo largo de los primeros cuarenta años del siglo pasado. Conviene seguir sus discursos y lo que en ellos se dice, hoy señalan una cosa y mañana, en función del marketing político, dicen otra bien diferente ¿Dónde está el hilo conductor de sus visiones políticas y económicas, y en dónde se sostiene su mensaje?

Un hilo positivo y constructivo lo podemos encontrar, si queremos recuperar a Europa y generar de esta forma riqueza social, en los Padres de la Unión Europea. Leamos y meditemos sobre lo que dijeron y lo que propusieron para sacar a los países de Europa de la tragedia que supuso vivir con odio y con recelo.

Me recomiendo a mí mismo y los ciudadanos en general, y de manera especial a los que fundamentamos nuestra vida en la cultura cristiana, a que tengamos en cuenta el siguiente texto: “El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tares temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación de cada uno”. 43 "Dignitatis humanae" Sobre la libertad religiosa.

Los Padres de Europa entendieron que tenían que lograr un cambio sustancial en la vida política, económica y social, y se pusieron a trabajar de manera conjunta. Podía en ellos un sentido de servicio a la sociedad, basado éste en el asentamiento de valores democráticos en donde la convivencia, el respeto y la implicación por conseguir el Bien Común fuera el fundamento que sostuviera a Europa de manera permanente.

El Bien Común se fundamenta en la Doctrina Social de la Iglesia, conviene recordarlo, porque el fin es alcanzar una atención integral a cada persona, haciendo valer la dignidad que cada uno de nosotros debe de tener. El Bien Común fomenta la responsabilidad de manera individual; pero también de forma conjunta, no es entendible el progreso social sin la libertad y el derecho a construir un proyecto de vida, en los países que forman parte de Europa, que tenga como parámetros los principios que marcaron los Padres de la Unión Europea para Europa. La Iglesia ayudó y colaboró a articular una Europa unida; por esta razón: “la Iglesia no es indiferente a todo lo que en la sociedad se decide, se produce y se vive, a la calidad moral, es decir, auténticamente humana y humanizadora, de la vida social. La sociedad y con ella la política, la economía, el trabajo, el derecho, la cultura no constituyen un ámbito meramente secular y mundano, y por ello marginal y extraño al mensaje y a la economía de la salvación. La sociedad, en efecto, con todo lo que en ella se realiza, atañe al hombre. Es esa la sociedad de los hombres, que son el camino primero y fundamental de la Iglesia”. 62. Documento Compendio Doctrina Social de la Iglesia.

Una buena parte de los Padres de la Unión Europea, por formación y por convicción, trasladaron a los documentos constitutivos de este gran sueño la propia doctrina social de la Iglesia por entender que ésta podía ayudar a afianzar los Estados Sociales de Derecho ¡Lástima! nos estamos olvidando de ello

David López Royo

Director de Responsabilidad Social Corporativa

Chávarri Abogados

Delegado Episcopal de Fundaciones

Archidiócesis de Madrid