Farina por Sierpes

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03 feb 2017 / 22:38 h - Actualizado: 03 feb 2017 / 22:38 h.
"La Azotea"

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Atrás queda el balcón que a los béticos alegra la vista, cuya peña allí constituida recuerda que hubo un año inolvidable. Ya no hay zapatos en el escaparate, ahora son los donuts de colores los que en completa desigualdad, compiten con las delicias del escaparate añejo de la confitería sevillana por excelencia. No hay más preguntas, su señoría.

Papelerías, trajes de flamenca, maniquíes con ropa que anuncia un verano inexistente, gafas, cosméticos y más zapatos, mientras por los viejos adoquines de las Sierpes, los más pisados, los que en breve se llenarán de cera y después de romero y más tarde de chanclas y otra vez de cera, el oído se llena de la costumbre a una voz masculina que manda a callar por un momento a la toná y la seguirilla, que por las sendas del viento, el aire va de rodillas.

Ella, su compañera, siempre sonriente, aborda a aquellos que van o vienen pidiéndoles una moneda a cambio de una copla que ya, forma parte de la memoria musical de ese tramo de la calle. Chaqueta de piel negra, bigote, micrófono agarrado con la mano derecha pegado a los labios y la mano izquierda sobre un órgano estridente que quizás ya lleve demasiado tiempo oyendo cantar por Rafael Farina. Nos pide que dejemos que su copla, por los rosales, venga y vaya. Ella sostiene el cestillo en unas manos enguantadas, regalando sonrisas a cambio de la voluntad, mientras todos vamos y venimos al ritmo que marcan todos los relojes de El Cronómetro, los únicos capaces de competir día tras día con la ternura de estar llorando a canales la pena de los Amaya.