De nuevo las calles se iluminan y el mundo cristiano en general, recuerda el nacimiento de Jesús de Nazaret. Pero en nuestra cristiana Europa ¿predomina un cristianismo basado en creencias acendradas que amparan actitudes personales o se trata de un cristianismo sociológico, aséptico, identitario y descomprometido, que solo se refleja en formas y ritos?
Cada vez más, se va abriendo paso una actitud individual y colectiva de defensa. De nuestra cultura, nuestro modo de vida, nuestras costumbres, nuestro bienestar e incluso nuestra religión. Se impone el miedo a que "alguienes" se están concitando para arrebatárnoslos. Y, frente a este miedo, las soluciones simplistas, las de siempre, las de buenos y malos. Dentro de esas distintas clases de "agresores" están los que vienen de fuera después de múltiples penalidades, incluso arriesgando sus vidas, y que, ciertamente, son distintos en muchas cosas, pero iguales a nosotros en dignidad porque, para cuantos tenemos fe en un solo Dios, todos somos hijos suyos. Se impone dar una solución para estos hermanos que, en estos mismos días de Navidad, están dejando sus vidas en aguas de nuestros mares. Una solución que no es fácil sino muy compleja, sobre todo desde el punto de vista socio-económico, pero que no tenemos más remedio que reclamar a quienes pueden darla: los gobiernos y Europa. Pronto habrá elecciones europeas. ¿Figurarán en los programas propuestas de solución?
¡Felices navidades, amigos! Cuidemos especialmente en estos días a la familia y a los amigos, pero en algún momento reflexionemos sobre el compromiso que para los cristianos supone la Navidad en cuanto tiempo para renacer y laborar en la construcción del Reino para todos