En las últimas semanas, cada vez que coincido con algún militante o simpatizante socialista veo en su semblante la sombra de la preocupación. La pregunta que me hacen es siempre la misma: «Antonio ¿cómo ves la cosa?» Y mi respuesta, rara vez los deja más tranquilos.
Y es que tengo la impresión de que el PSOE no ha sabido leer la estrategia de esta segunda campaña. El partido que siempre supo interpretar mejor que nadie la partida de ajedrez que era la política en España no está sabiendo adaptarse a un escenario en el que las reglas son más parecidas a las del Risk, y se reciben ataques a diestro y siniestro. En marketing político, al diseñar esta campaña, lo primero que preguntaríamos es ¿por qué tengo que votar al PSOE y no a otros? La respuesta no parece que la respondan los mensajes de una campaña que a PP y Podemos interesa polarizada entre ambos.
Un partido que aspire a apelar a su base y que desee motivarla debe poner la atención en sus símbolos y su historia. Su discurso debe ir encaminado a motivar a su electorado más duro. Y, sinceramente, creo que la estrategia del PSOE, en esto, está de momento pinchando en hueso. Si se toma el mapa de España se puede ver claramente cómo el PSOE es fuerte en la mitad sur, mientras que, de Madrid para arriba, ha perdido ya cualquier atisbo de lo que llegó a ser ¿Es lógico en estas circunstancias introducir como tema de campaña la cuestión territorial y hacerlo de tal forma que cree incertidumbres en Andalucía, Extremadura o La Mancha, sin terminar de convencer en Cataluña? ¿O que el PSC firme acuerdos con Colau?
Ayer escuché a Pedro Sánchez en una entrevista reconocer que el electorado socialista está desmotivado. Es un buen comienzo, pero no sé si lo van a hacer reaccionar con florecitas.